CAF - CODEX I

Codex  I: Santa Sascha de Varsimor
por Yasadeg, Último Cronista
Transcripción y anotaciones por Visella la Preservadora

Todo esto comenzó en la ciudadela de Varsimor, sede de la Orden de la Orquídea Blanca, en Vestland con una simple campesina, Sascha Avedil. Ella y su familia fueron los primeros en habitar la ciudadela, e inmediatamente se encargaron de las tareas de cultivo y cosecha, aprovechando la disposición geográfica y cercanía del agua.

En esos momentos, Sascha era una niña de quince años, bastante enojada por haber dejado el reino de Varalle y sus avances mágicos y tecnológicos para adentrarse en una vida de austeridad, pero con el correr de las semanas, logró adaptarse y pudo establecer una rutina de trabajo, la cual mantuvo por mucho tiempo.
Cuando se acostumbró al trabajo diario de campo y su cuerpo ganó resistencia, ocupó su tiempo por las tardes en la catedral perteneciente a la Orden, cocinando y sirviendo los mismos alimentos que su familia cultivaba y entregaba, para alimentar a personas con hambre y enfermedades. Además, luego de un corto periodo de tiempo, la Orden la instruyó en la lectura del Codex Aorisus, específicamente, algunos versos e historias para acompañarlos mientras comían.

Su interpretación de la palabra de Aorisus era excepcional, se notaba la educación de ciudad en ella, su pronunciación y voz clara no dejaba dudas de que estaba diciendo, lo que le consiguió una posibilidad de participar en el oficio de las misas Aoritas, lo cual aceptó, pues su espíritu inquieto la llevaba a aceptar nuevos retos.

Cuando cumplió los diecisiete años de edad, ya había pasado un año y medio que oficiaba misa en la Catedral, pero no poseía ningún título canónico, allí fue donde recibió la propuesta de unirse a las Esposas Devotas de la Fe Aorita, pero gentilmente lo rechazó, pues no estaba en sus planes abandonar la vida en público para encerrarse detrás de cuatro paredes a rezar, para ella, el plan de Aorisus que tenía pensado para su persona, no podía ser llevado a cabo de esa manera, el Arzobispo de la Orden comprendió perfectamente su punto e incluso la felicitó por su decisión de no buscar la vida cómoda, lo que ciertamente llamó la atención del Templario de la Orden, quien le ofreció algo más acorde a quién ella era, los Escudos Aoritas, dónde aprendería el arte de la lucha con espada y escudo característico de la Orden y además sería parte de la guardia del perímetro de la ciudadela, lo que captó el interés de Sascha (Nota de Visella: Sascha era una mujer de acción, su físico estaba trabajado por su oficio de granjera y su actitud imponente la hacían un soldado de infantería excelente), solo debía esperar un año más, a la edad mínima de reclutamiento, pero el Arzobispo se encargó que ese año fuera provechoso para ella, gracias a un permiso especial otorgado por los prelados del Ojo de Aorisus, fue ungida como diácono de la Orquídea, siendo la primer diácono de sexo femenino en los cien años de la institución.

Nota de Visella: Yasadeg lanza demasiados nombres e instituciones como si todo el universo supiera de lo que está hablando, es un error que ha cometido a lo largo de su relato, pero gracias a mi intervención, iré aclarando estos puntos, empecemos con Varsimor y la Orden de la Orquídea Blanca.
La Orden de la Orquídea Blanca fueron un grupo de misioneros Aoritas (fieles de Aorisus) quienes se dedicaron a proteger a los desvalidos en su momento de más necesidad, formando misiones y ciudadelas gracias al dinero recibido por la organización central del clero Aorita, de hecho, Varsimor era una ciudadela abandonada perteneciente a un grupo de colonos que luego se asentaron tierra adentro, sin nadie que la reclamara, hicieron uso de ella. Tanto las Esposas Devotas de la Fe Aorita y los Escudos Aoritas seguían siendo dependientes del clero central, pero llevaban cierta libertad de acción. Como pueden deducir a través de sus palabras, algunas organizaciones eran más proactivas que otras, pero mayormente fuera de los asentamientos de civilización más grandes, de hecho Varalle (en ese momento, la capital-estado más grande del mundo) se despegó y rechazó cualquier concepto de religión pues no comulgaba con sus ideales de racionalización pura.

Me detengo un momento aquí para contar un poco sobre como nosotros allí en Yskord, veíamos todo este proceso, mejor dicho, como yo lo viví.

Cuando Sascha Avedil fue ungida como diácono, yo no era más que un ángel recién ascendido, no entendía mucho sobre la vida “aquí arriba”, imaginense, cierras los ojos en tu lecho de muerte, o en mi caso, ver la vida escurrirse de ti luego de ser asesinado a sangre fría, no porque lo hubiera querido, pero bueno, tenía que defender a ese pobre viejo de los abusivos soldados forasteros que querían imponerse con prepotencia, bueno, en fin, no es lo que quería contar, el punto es que estaba casi nuevo, ascendido a un plano superior de existencia, una armadura brillante y una espada perfecta, listo para desempeñar el papel de ángel guardián personal de una niña de diecisiete años, que justamente terminó siendo ella.

Isphendarmoz fue muy claro al respecto, ella era especial, material de ascensión, mi trabajo era cuidarla hasta aproximadamente hasta sus treinta años, cuando se podría realizar una evaluación de alma para saber si era digna. Tal vez les sorprenda, pero tiempo atrás, cuando las cosas funcionaban como debían, cada ser racional de Vestland materializaba al nacer un diario en Yskord, el cual se llenaba con sus crónicas de vida, luego los Árbitros decidían quién merecía la protección de las fuerzas oscuras y quiénes eran abandonados a su suerte y capricho.

Bien, continuando con la vida de Sascha, el haber sido ungida diácono, le reportó a la familia Avedil un ingreso extra a sus arcas, pero dónde muchos incurren en el pecado de avaricia, ella triunfó, su familia era simple y no aspiraba más que a lo que tenían, pero ella tenía un espíritu emprendedor, con lo recibido, invirtió la mitad en mejorar su granja, comenzando con la cría de ganado, y con el resto, se encargó de que llegara a los más necesitados, de diferentes maneras. A lo largo de ese año, la granja se expandió de manera tal que necesitaba mano de obra extra, y previendo que pronto estaría ocupada con su entrenamiento, empleó a un tercio de la concurrencia que iba regularmente a la catedral. Cuando cumplió sus dieciocho años, el setenta y cinco por ciento de la población de los necesitados estaba trabajando en la granja y construyendo viviendas y habitaciones comunes, Varsimor pasó de ser una simple misión Aorita a un pequeño pueblo productor y exportador de bienes comestibles y la calidad de vida de sus habitantes mejoró notablemente.

Ya con la edad mínima, tardó poco más de unas horas de cumplida para que se presentase en las barracas de entrenamiento de los Escudos, el ingreso de monedas a la misión consiguió un cambio en la calidad de los entrenamientos, ya no entrenaban con ramas de árbol y troncos, sino con espadas de madera y muñecos de práctica, y la calidad de las armaduras y armas asignadas a los guardias dejaron de ser de cobre de segunda mano para ser hierro nuevo. Cuando el Templario la recibió, quiso darle un trato preferencial con respecto a los otros reclutas, darle un rango más alto que de soldado, pero ella se negó, no aceptaría preferencias, ella era una más del resto. Intentó cambiar su opinión, debido a la importancia que tenía para la comunidad, pero para Sascha, ser importante para la comunidad, era ser parte de la comunidad y para ella, que su diácono tenga algunas magulladuras y golpes les demostraría que ni los religiosos ni los mercaderes con fortunas deberían estar exentos de las incomodidades del plebeyo que empuña su arma en busca de una vida mejor. Luego de tres meses de entrenamiento, en combate cuerpo a cuerpo y a distancia, ya estuvo lista para patrullar los muros, el Templario volvió a insistir de que no cumpliera funciones de guardia, pero no pudo convencerla, aún así, movió sus hilos con el Arzobispo y consiguió que la ascendieran a sacerdotisa asistente, por lo que pasaría más tiempo en tareas de catedral que en la línea de peligro.

Nota de Visella: Es interesante como Sascha tomó el cambio de la ciudad al campo como una oportunidad de crecer espiritualmente y encontrar un propósito en vez de lamentar la pérdida de las comodidades materiales, claramente eso hizo que llamara la atención de un ángel tan abocado a las damas virtuosas como lo era Isphendarmoz (o eso dicen que era).
Me hubiera gustado que Yasadeg comente mas el proceso de su ascensión, pero supongo que para todos es lo mismo. Continuemos.

No pasaron más de unos tres meses desde la unción de Sasha cuando los rumores de una guerra interna en Varalle llegaron a Varsimor, rumores que luego se convirtieron en hechos cuando una familia llegó a las puertas de la ciudadela pidiendo asilo. En ese momento, Sascha expresó su deseo que se hagan los preparativos necesarios para futuros refugiados.

Desde su asentamiento, Varalle sufría una disputa de poderes de dos de las familias fundadoras más acaudaladas, los Veroltz y los Sussel, quienes deseaban el control absoluto del gobierno y organizaciones, situación que se había mantenido controlada hasta este momento gracias a otro grupo de familias fundadoras quienes lograron imponer un gobierno descentralizado y alejado del absolutismo monárquico del cual escapaban. Aún así, los mortales presentan una muy alta predisposición a la tiranía, todo aquel que logra un puesto de poder, aunque la ley de los mortales intente ponerle límites, siempre encontrará la manera de saltarse esas restricciones.

Cuando Sascha se reunió con la familia de refugiados, la orden Aorita pudo entender lo que sucedía: Segan Veroltz, la cabeza visible y líder de su familia, había sido asesinado de un disparo de uno de los nuevos prototipos de armas personales a base de pólvora en las puertas del ayuntamiento, y sus parientes acusaron a los Sussel de ello, ya que poseían contactos en el este de Vestland, dónde vivían los mayores productores de pólvora.
Pero los Sussel negaron su implicación en el asesinato, obviamente sin éxito de que sus declaraciones satisfagan a sus enemigos, causando aún más odio entre ambas familias, y escalando en escaramuzas y sabotajes a lo largo y ancho de Varalle, causando daños colaterales a personas ajenas al conflicto, y por eso decidieron irse.
Luego de la reunión, la familia solicitó el envío de una carta informando la situación a su familia al norte de Varalle, en Hadagik. El Templario decidió entregar la nota él mismo, aprovecharía el viaje para informar a dos misiones aoritas cercanas a su destino y conseguir más información, la familia, agradecida con ellos, accedió a ayudar en la construcción del centro de refugiados hasta que hubiera una respuesta de la carta, luego de tres semanas desde ese momento, una carta del Templario llegó, no eran buenas noticias, pero en resumen, todo había escalado a un punto de no regreso.

Transcripción de la carta del Templario por Visella, encontrada en un viejo cajón:

Para el Arzobispo Romagen Jarrah:
Varalle ha sucumbido a la guerra civil, el nieto de Lord Sussel fue envenenado en su propia casa y la servidumbre torturada y ejecutada mientras buscaban al culpable. Las familias fundadoras menores se levantaron en contra de las acciones de Lord Sussel y convocaron revueltas en las calles, los Veroltz proveyeron armas a la masa reaccionaria. Escaramuzas y olor a pólvora tomaron por completo las calles.
La gente huye sin rumbo de la ciudad, pero se arriesgan a ser ejecutados por sospecha de traición y asesinato por parte de ambas familias. Por lo que muchos por miedo han quedado atrapados dentro, sosteniendo el engranaje de una ciudad que tapiza sus calles de la sangre de inocentes.
Las misiones cercanas están haciendo todo lo posible para ayudar a los refugiados.
Continuaré mi viaje hacia Verderkost para buscar ayuda del mando central aorita. Manténgase lejos de las rutas y tengan cuidado, la situación cambia diariamente.
Con el poder que se me confiere, asciendo a Sascha Avedill a Capitana de la Guardia de los Escudos para que desempeñe funciones de reclutamiento y organización de la seguridad.

Atentamente,
Rotagan Haik

El Arzobispo Jarrah hizo partícipe a Sascha de la carta recibida lo más rápido posible, no dudaba de su capacidad de adaptarse, solo tenía que estar lista para lo que sucediera, pronto podrían recibir más familias.
La llama de la guerra civil en Varalle se extiende a lo largo y ancho de Vestland, encendiendo la mecha de la discordia en lugares donde existía la misma problemática, al cabo de unas semanas, se había sumido a la violencia causada por el hambre de poder por parte de los mortales que lo habitaban. Varsimor ya se encontraba al tope de su capacidad, la producción de comida y las camas ya no alcanzaban, no había noticias del templario Rotagan, y el arzobispo enviaba cartas a las misiones y al mando central pidiendo ayuda. Sascha conocía el comportamiento humano, y si la situación no se controlaba rápidamente, habría inconvenientes, el espíritu de cooperación y hermandad de los refugiados se diluiría y daría lugar a la misma situación de la cual habían huido, además de que su capacidad para mantener la moral alta ya no estaba en su pico más alto. Es entendible, los mortales, igual que los ángeles, poseen una energía de luz interna con capacidades sanadoras, pero también emiten una energía de oscuridad debilitante, cuando un ángel absorbe esa energía, puede debilitarse, pero luego es filtrada y la energía de luz se genera nuevamente, el ser humano, es capaz de absorber la energía oscura y tal vez filtrar, pero jamás vuelve a su estado original. Y en este momento, la brillante luz de Sascha se apagaba día a día, abrumada por la responsabilidad de más de una centena de personas.

Nota de Visella: Mi pueblo, Talunis, no sufrió el azote de la lucha de castas hasta mucho más adelante, el orgullo élfico los preservó de sucumbir al impulso de rebelión y crimen. Pero lo hizo. El siguiente pasaje de Yasadeg es, bastante revelador.

Cómo su ángel guardián, me vi obligado a consultar por el bienestar espiritual de mi protegida, y supuse que Abuliel, el que escucha las plegarias de los mortales, podría indicarme si ella había perdido la fe. Por más que sea su ángel guardián, cuando se encomienda en oración y plegaria, no puedo verla, ni oírla.
Abuliel estaba exhausto, las épocas de conflicto colapsan sus sentidos, hasta el más alejado de la luz de Aorisus, dobla la rodilla ante Él en plegaria, -Cuida a mis hijos-, -Destruye a mis enemigos-, e incluso dedican sus crímenes a Yskord y proclaman que actúan en su nombre.

Pero Abuliel no sólo debía lidiar con ello, y dar respuesta, sino que también debía lidiar con Af, el caprichoso ángel que aborrecía la creación mortal y deseaba su destrucción, -Olvídate de ellos, deja que se maten, los Abdals tomarán control de todo y el mundo iniciará nuevamente-, repetía cada oportunidad que Abuliel lo recibía, pero tenía fe en la redención de los mortales, por lo que mi llegada a su atrio le trajo más dudas, -Sus plegarias llegan a mi, pero no siento su fervor, puede que la duda está apoderándose de ella-, me dijo, la desesperanza que Af intentaba plantar en su mente parecía haberlo tocado, por lo que tenía que conocer un poco más de la situación.

Me tomé un tiempo para ponerme al corriente de quién era ese tal angel Af, todos coincidieron en lo mismo, de los siete arcángeles fundadores de Yskord junto con Aorisus, él fue el octavo, raro, ¿cierto?, bueno, pero como había dicho antes, toda luz tiene que tener oscuridad, y Af cumplía ese rol, el cual ninguno de los demás quería cumplir, pero la presencia de un orden absoluto de luz, demostraba una total inutilidad de su existencia si no había oscuridad a la que luchar, por lo tanto, así como existieron siete arcángeles de la luz, Af reclutó a los que se los llamaría los Grigori, diez arcángeles que carguen el peso de la villanía celestial, se les permitía su estancia temporal en Yskord, pero serían puestos a prueba una y otra vez.

El tiempo transcurre diferente aquí arriba, cuando volví la vista hacia el mundo mortal, no había hecho más que empeorar, no es posible subestimar la crueldad y el rencor de sus habitantes, todo estaba cubierto de una niebla de oscuridad y malicia, lo que me llevó a preguntar si los custodios de las puertas infernales siquiera estaban haciendo su trabajo o su juicio ha sido corrompido, no estoy diciendo que la oscuridad no morase antes allí, como serpiente se arrastra y como humo se cuela entre los poros de la realidad, en busca de un recipiente dispuesto a serle útil, pero lo que ví en ese momento, era una sangrante herida sin atención.

Comencé a preocuparme, pues me costaba encontrar la luz de Sascha entre la niebla, sabía que estaba en Varsimor, pero no mucho más, logré ver su cara exhausta, su creación estaba siendo asediada minuto a minuto por la desesperación, los exiliados se agolpaban en las puertas, exigiendo entrar, los Escudos cuidaban las entradas, pero sus miradas ya denotaban fastidio por esa gente, cuando la compasión se pierde, y el hierro está en tu mano, no hay garantías que se use de manera correcta. Cuando era habitante del mundo mortal, se nos repetía constantemente que Aorisus no nos imponía un desafío que no pudiera uno superar, pero en ese momento dudé de la veracidad de esa afirmación, de hecho, dudé de que Aorisus siquiera se enterara de algo. Decidí que debía estar abajo, dónde la niebla no nublaba mi visión, busqué un lugar apartado en las afueras y descendí. Luego de vaya a saber cuánto tiempo, mis pies tocaron el suelo, sentí el sonido del pasto siendo aplastado por mis botas y un olor floral me invadió por completo, ser un ángel abre la percepción del entorno al triple, es una bendición y una maldición, pues te hace apreciar lo que deberías haber apreciado en tu corto tiempo allí. Pero la negatividad empaña cualquier brisa matinal o paisaje que pudiera estar percibiendo en ese momento, busqué un lugar cercano donde pudiera tener visión de la puerta de entrada a Varsimor, pero a su vez permanecer oculto, y me aposté allí por tres horas, medida de mortal, hasta que sentí el llamado de Abuliel resonando en mi cabeza, pero no podía escucharlo claro por la interferencia que la oscuridad generaba y seguramente debí haber gritado, porque sentí que una presencia de oscuridad se acercaba a mi, ocasionando un leve mareo. Miré a mi alrededor, no ví nada en un primer momento, luego escuché unas ramas quebrarse en el suelo, eran los pasos de alguien, grité, exigiendo que se revelara ante mi, lo hizo.

Ante mi, un ángel se apareció, mejor dicho, una ángel caída, no había luz en ella, solo oscuridad, su rostro había perdido la compasión, sus ojos no tenían brillo y su cabello era negro como la noche, llevaba un atuendo de cuero negro y una capa roja, la cual utilizaba para ocultar sus alas, o eso creí. Me miró de pies a cabeza con desdén, recuerdo lo que dijo: -Vaya ángel guardián eres, escondido bajo un árbol, atado a un humano, como si mereciera misericordia-, no sentí la necesidad de defender mis acciones de esas palabras, sonaban vacías y provocadoras, supongo que buscaba que reaccionara violentamente, aún así, le pregunté cuál era su intención, y por qué había venido a mi.

Solo movió un poco su boca, intentando fingir una sonrisa y se reveló como uno de los tantos Agentes del Apocalipsis que se encontraban en el mundo, y que mi presencia allí, podría arruinar sus planes, por lo tanto, tendría que encargarse de mi, si mi luz se extingue, Sascha dejaría de tener protección contra la oscuridad y podrían entrar en Varsimor.

Pensándolo en retrospectiva, fue un idiota al revelarme sus intenciones, pero no hay nada que hubiera podido hacer, no era un Grigori, estaba en proceso, pero mientras fuera un ángel, no iba a poder mentirle a su propia especie. Pero lo que si podía hacer, y lo intentó, fue intentar asesinarme, cargaba dos espadas cortas y curvas de manufactura Yskordiana, y se abalanzó sobre mí.

Hasta hoy, no entiendo cómo sobreviví el tiempo suficiente, su velocidad e intensidad eran superiores a mí, no podía responder a sus ataques pues debía cubrirme del siguiente, no sé cuánto tiempo habrá pasado, pero cuando mi espada se partió defendiendo el último golpe, pensé que todo había terminado, una vez más, había fallado. Me preparé para recibir el golpe final, recuerdo que me dejé caer sobre de rodillas y luego ví como un rayo de luz volaba sobre mi cabeza, clavándose en el ángel caído y rápidamente se extendió, atándola como una si de una cuerda se tratase, miré hacia atrás en busca de quién o qué había lanzado ese rayo y vi a una mujer rubia de casi dos metros de alto, vestida con el atuendo ceremonial del culto de los mortales a Aorisus, llevaba una lámpara como las que usan los mortales para iluminar las noches, pero no era fuego lo que había en su interior, era energía divina, y llevaba un cayado con el símbolo Yskordiano de santidad, me incorporé y nos quedamos unos segundos intercambiando miradas, agradecí la ayuda e intenté preguntarle quién era, pero me interrumpió, pidió que llevara a la prisionera, la cual había perdido toda movilidad, y la acompañara, no admitía un no como respuesta y no quería ser cuestionada. Acepté, a los mortales se les pide que acepten la fe ciegamente  sin pruebas de que sus plegarias sean escuchadas, así que me pareció que le debía el beneficio de la duda a la mujer que acababa de neutralizar un ángel con solo un movimiento.

La cargué sobre mis hombros y esperé que me guiara, supuse que a un lugar cercano, pero sin decir nada, apoyó una mano en mi hombro y comenzó a recitar lenguaje arcano antiguo, algo que los mortales habían perdido con el avance de la tecnología, un círculo celeste de luz nos envolvió, sentí como cada partícula de mi cuerpo y la del ángel se separaban, como si nuestros cuerpos se convirtieran en polvo, cerré los ojos, dudando si había sido traicionado, y esta mujer solo era un lobo en piel de oveja enviada por vaya a saber quién para eliminar rápidamente dos amenazas, pero luego, empecé a sentir que ganaba velocidad, mucha velocidad, como si fuera la de un cometa a gran velocidad a punto de estrellarse, seguía sin poder ver, pero luego comprendí que en ese momento, el concepto terrenal del cuerpo ya no era aplicable, y solo mi luz estaba allí, así que, hablando en lenguaje simple, abrí los ojos de mi alma y observé como me elevaba y nos alejábamos del suelo, deposité mi mirada en Varsimor hasta que la perdí de vista entre las nubes, seguíamos ascendiendo, el cielo celeste desapareció, revelando una vista majestuosa, un gran lienzo negro de total oscuridad adornado con la luz de millones de estrellas y otros fenómenos, grandes masas de color rojo, casi infernal, conteniendo una pequeña luz azulada brillante en el centro y volutas celestes danzando a su alrededor, recuerdo esa vista porque pensé que era una buena manera de describir la realidad del momento, el rojo representando la oscuridad intentando ganar terreno sobre el alma mortal y yo, una simple voluta, intentando hacer algo mientras evito ser consumido por ella. Miré hacia la dirección en la que estaba siendo llevado, estábamos viajando directo a la luna, me pregunté por qué, y creo que la mujer intuía mi pregunta, sentí su voz, -Asariel busca a quienes todavía tengan convicciones-, así que mis dudas se disiparon, visitaremos a un ángel en su mansión lunar, la número veintitrés para ser exactos, bastante gracioso si uno lo piensa.

Nota de Visella: Aquí explicaré algo importante, ya que él no lo explicará.
El concepto de las mansiones o casas lunares viene incluso anterior a el resurgimiento de la religión aorita. Veintiocho casas, ubicadas en forma del sentido de las agujas del reloj, custodiadas y operadas por un ser superior, en ciertos días, otorgaba bendiciones extras ó visiones del futuro a quienes encomendaron sus plegarias, como deben saber, al nacer, cada ser vivo presenta una afinidad con una casa, por lo tanto, una plegaria hecha en el día justo, mayormente en su aniversario de nacimiento, daría hasta cinco veces más resultados. En mi pueblo no eran adeptos a ese concepto, por lo que hasta que lo abandoné, nunca pude dar crédito si era cierto.
Pero recuerdo el día que lo experimenté, cambió mi concepto sobre los poderes superiores para siempre. Siendo resumida, me encontré varada en un pueblo pantanoso por inconvenientes en mi transporte de implementos de arqueología, y nadie en el pueblo quería darme cobijo pues tenían miedo que una elfo como yo los hechizara o tentara a sus parejas, me sentí halagada, pero quería dormir adentro. Una pareja joven, con un niño enfermo me invitó a su casa, dijeron que podría dormir en la cama de ellos, pues hacía tiempo no la usaban, dormían en el suelo al lado del niño. Mi curiosidad llevó a preguntar qué es lo que tenía el niño, a lo que no supieron responder, sus miradas eran tristes y carentes de cualquier fe, habían sido timados por curanderos y falsos médicos, pero el niño empeoraba. Aún así, con una sonrisa, le llevaron un trozo de pastel, lo poco que habían podido comprar, ese día había llegado a los siete años de edad, para ellos cada día era un regalo con él, un día que escapaba de las frías manos de la muerte.
Me sentí conmovida, la vida estaba golpeándolos de maneras completamente injustas, pero levantaban la cabeza, por su hijo. Pregunté si podíamos realizar una plegaria a los cielos, pidiendo bendiciones en su día, pero me encontré con resistencia de parte de ambos, habían perdido la fe, pero el niño quería hacerlo. Discutí en voz baja con los padres, accedieron a que yo acompañe a su hijo en la plegaria, pero ellos no podían hacerlo, ya no creían en nada.
El niño, según los cálculos, había nacido bajo la influencia de la mansión número veintitrés, la misma mansión donde Yasadeg se dirigía,  regida por Asariel, el que tiene un pacto con Aorisus para protección de la humanidad. Por lo tanto, su fuerte es la salud, y el transporte de información. Entonces, si nuestras plegarias, en el día de su nacimiento se enfocan a la salud, y si las creencias eran ciertas, además de aliviar su dolor, debería hacer algo más. Me acerqué al niño, ya estaba cansado, no podía hacer mucho más que una hora de actividad medida por día, su cuerpo no lo resistía, tomé su mano, y le pedí que recitara la plegaria de la sanación a los cielos. Sinceramente, no pensé que fuera a funcionar, pero tampoco quería ser indiferente al dolor de la familia y quería saciar mi curiosidad, cuando terminamos la plegaria, se durmió.
Al día siguiente, el niño se despertó con un dolor en el estómago, y con náuseas, los padres le trajeron una cubeta para que vomitara si lo deseaba. Fue instantáneo, comenzó a vomitar, pero su vómito era negro como el alquitrán de las calles de Varalle, sinceramente imposible que en ese cuerpo hubiera podido contener todo lo que expulsó, fueron dos horas de vómitos, los padres estaban desesperados, pensaron que ese día era su último. Y de pronto, se detuvo, el color rosáceo volvió a sus mejillas, la palidez de su piel empezaba a irse, estaba exhausto, pero recuerdo que miró a sus padres y dijo, -Ya se fue-. Los padres me acusaron de brujería y me sacaron de su casa, luego de eso, el niño comenzó a recuperarse, ese mismo día partí, pero luego de unos meses, recibí una carta de la familia contándome que su hijo ya había mejorado y ahora disfrutaba el aire libre, y que por las noches ya todos dormían tranquilos. Me agradecieron la ayuda y pidieron disculpas por su accionar, pero estaban confundidos. De hecho, yo también, más aún, asustada. Desde ese día no volví a alzar plegarias pidiendo favores, creo que tienen un efecto real, tal vez no en la forma que deseamos, pero existen, y no es algo que deba tomarse a la ligera. En fin, volvamos al relato de Yasadeg.

Luego de unos minutos, que parecieron horas, nos materializamos dentro de la mansión veintitrés, la iluminación era poco natural, demasiado brillante, como en Yskord, pero los vitrales no perdían su impacto, podía observar la imagen de El Mensajero, de La Sanadora y La Adivinación de manera clara, y vaya a saber que iluminación exterior proyectaba sus sombras en el centro de la sala, formando la silueta de la balanza de la justicia. La mujer me ordenó que dejara al ángel caído sobre la silueta de la balanza, no pregunté nada, lo hice y luego salí de la misma. El círculo dónde se encontraba la silueta comenzó a cerrarse en un círculo de fuego y luz radiante, la cara del ángel cambió a terror, rodeado en llamas consagradas y energía divina, no podía escapar, y si lo intentaba, se convertiría en polvo instantáneamente, por un momento, pensé que era una medida excesiva, pero tenía sentido, era peligroso mantenerla con posibilidad de escape. Dos ángeles vistiendo la armadura de avanzada Yskordiana salieron de una habitación, sus ojos eran brillantes de pureza, pero también mostraban ferocidad, tomaron lugar uno a cada lado del círculo y golpearon el mango de su lanza en el suelo, con un sonido que retumbó en el ambiente, la mujer asintió con la cabeza a ambos, y ellos devolvieron el gesto, luego me invitó a pasar a la habitación de la cual habían salido, una pequeña oficina con atriles de madera y pinturas a medio terminar, la mayoría, de una mujer. Asariel se encontraba allí, inmerso en una pintura, igual que las anteriores, pero movía el pincel, titubeante, nos quedamos allí unos momentos de pie y no parecía registrar que estuviéramos allí, miré a la mujer en busca de guía, su mirada pasó a tristeza, y negó con la cabeza, hizo un gesto para que esperara. Nos quedamos unos dos o tres minutos parados, el pincel no encontraba su lugar en el lienzo, y Asariel no emitía sonido, luego, en un momento, el ruido del pincel cayendo sobre la bandeja de madera del atril rompió el silencio, junto con el ruido de la fricción de las sandalias de Asariel al girarse para vernos, me sorprendió su cara de tristeza, luego me miró, y fue acercándose lentamente hasta tenerme a solo un paso de distancia y me miró fijamente, luego asintió sin emitir palabra y se dio vuelta, caminando hacia el centro de la oficina.

Miró al techo, donde una réplica de La Creación de Aorisus estaba pintada allí, grandes pasturas, luz radiante, una fina pintura creada por un mortal, el cual se le atribuía dones divinos para su habilidad, y por fin emitió palabra, -Así es como pensaba que el mundo mortal debía ser, un pedazo de Yskord, habitable por quienes no han sido bendecidos con la divinidad, ahora, bien se han encargado de arruinarlo-, recuerdo sus palabras, eran pesadas y llenas de tristeza. Volví a mirar a la mujer, pero no me estaba prestando atención, así que le pregunté a Asariel, que hacía yo allí, y por qué había sido salvado, comenzó a hablar sobre la imperfección de los seres mortales, y que gracias a esa imperfección, ya sea una planta, un animal o un ser pensante, el milagro de la creación florece en su máximo esplendor, y que Yskord había perdido la capacidad de maravillarse con ella, abandonando a su suerte y complotando para su destrucción. Sus palabras sonaban abultadas, melodramáticas y no lograban darme una idea de nada, lo que me estaba haciendo perder la paciencia, había sido separado de Sascha y vaya a saber que estaba pasando ahora y no podía volver rápidamente, sin una respuesta que me sirviera. La mujer, visiblemente molesta, comenzó a hablarle con una familiaridad inusual con palabras contundentes pero ciertas, le recriminó su falta de conciencia, si se perdía tiempo, la creación sería destruida, que los agentes del caos no descansarían hasta que la última piedra fuera evaporada de la realidad terrenal y que sucumbir al pesar y la auto compasión sólo estaba entregándoles su victoria en bandeja de plata. Asariel intentó responder, pero ella sacó un arma, como con la que asesinaron a Segan Veroltz y la tiró a sus pies, -Ahí tienes el arma que la mató, bien puedes cargarla con alguna munición mágica que se te ocurra y volarte la cabeza, tal vez, solo tal vez, puedas reunirte con ella, dónde van las almas de los mortales, dejando a los demás a su suerte y a mí, tu hija y a todo lo que has amado a mi madre, extinguirse en un grito desesperado, allí afuera está uno de sus sicarios, y aquí tienes a quien has pedido, espero que encuentres la fuerza para seguir-, grandes palabras, maldita sea, la mujer era un nephilim, una mezcla de mortal y ángel.

Asariel tomó el arma y la examinó, se lamentó en voz alta sobre la existencia de que tal herramienta de destrucción haya sido el desencadenante del caos. Luego de varios años, me sigo preguntando que motivó la creación de ese dispositivo, y la única respuesta que se me ocurre, es cobardía, no se necesitaba más que accionar un interruptor para acabar con la vida de otro ser vivo, podrías discutir que un arco o una ballesta, en concepto es lo mismo, pero sus mecanismos de operación requieren precisión, destreza, y en el proceso tu mente permite procesar lo que estás a punto de hacer, cualquier persona de bien en un estado alterado, necesita de esos segundos preciosos para encontrar la respuesta en su conciencia, esa voz interior que le dice que no lo haga, y allí se encontrará con la decisión que cambiará su vida. Pero no con este tipo de arma, solo apuntas, y en una explosión, una vida desaparece del mundo, y arruina varias. Lo que Asariel experimentaba, era el proceso de duelo, puede que para un ángel, el concepto de mortalidad no se le escape del todo, pero debía estar consciente de que la madre de su hija morirá algún día, cuando su cuerpo se marchite por los años. Finalmente, se dirigió a mí, quitándome del espiral de pensamientos que navegaban por mi cabeza y me preguntó desde cuándo vigilaba a Sascha,y si en el pasado había intervenido en su destino, una pregunta extraña, pero le respondí lo que debía, Sascha había sido en estos últimos dos años, dueña de su destino y decisiones, entonces su mirada fue más inquisitiva hacia mi y me preguntó mi motivación a bajar a terreno bajo, cerca de ella.

Ya sabía a dónde iba su pregunta, quería saber si yo había tomado afecto por ella, como hizo él con su amada, le aseguré que no era eso lo que sucedía, y que mi visita allí era por las condiciones desfavorables de la visión por la oscuridad en ciernes. Medianamente convencido Asariel asintió, y aproveché yo a preguntarle el motivo de que la luz estuviera perdiendo la batalla contra la oscuridad, le tomó un tiempo responderme, como si las palabras no vinieran a él, pero finalmente contestó: La oscuridad que sobrevuela ese mundo es la energía de furia y odio de los espíritus de los muertos, asesinados en actos de violencia y como emisarios de la luz, los llamados ángeles adquisidores deberían presentarse, apaciguar esas almas y llevarlas a destino seguro y pacífico en los cielos, pero desde que empezó esta lucha entre mortales, algunas facciones angelicales se debaten la intervención, y por miedo a represalias los adquisidores solo esperan y ven a esas almas vagar por el mundo o ser captadas a la oscuridad de los infiernos.
Entonces pregunté sobre Af y sus agentes del caos, pues no comprendía sus motivaciones para dejar a los ejércitos demoníacos engrosar sus filas, pues una vez que los mortales desaparezcan, los demonios heredarán Vestland, pues nadie más parecía estarla reclamando. Mi pregunta agradó a Asariel, aunque su hija no se la tomó de buen grado, me aseguró que tanto desde Yskord como en Vestland, la luz presentaba lucha, la oscuridad era numerosa, pero desorganizada, y sus eslabones bajos eran débiles y fáciles de neutralizar. Lo que me llevó a preguntar lo obvio, pues salvo los adquisidores, un ángel sin acceso a los protocolos de re-localización de almas y los mortales no podrían hacer más que exiliar esas almas al purgatorio y si hablaba de neutralizar, también significaba que había asesinatos en su haber.
La nephilim balbuceó unos instantes, pero finalmente tuvo que reconocer la verdad, luego de que perdió contacto con el único ángel adquisidor que se había unido a la causa, no quedó más remedio que depositar los esfuerzos y recursos en la caza y exilio de la oscuridad, enviar al purgatorio a quienes podían enviar, y a quién no, darle una solución más permanente.

En mi opinión, el plan era malo, muy malo, pero por lo menos se empezaba de algún lado. Quisiera que tomen en cuenta algo, el purgatorio destruye más de lo que sana, pues más corrupta es el alma que ingresa, peor es el "tratamiento" que realizan el alcaide y sus asistentes, en la gran mayoría de los casos, un alma nunca está apta para su destino final luego de una estadía allí, lo que genera que esas almas atormentadas deambulan allí, perjudicando a las demás. Y si tomamos en cuenta eso, en conjunto de la degradación progresiva de los límites establecidos, no había nada que impidiera que tanto alguien como Af o los poderes infernales tomen control del purgatorio y abran sus puertas, liberando una fuerza caótica y dañina.
Expuse lo anterior mencionado allí, me dieron la razón, pero tampoco se veían dispuestos a cambiar sus métodos, y yo no tenía fuerzas para gastar en hacerles entender su equivocación, agaché la cabeza, y volví a preguntar por Af, pero tampoco había mucho más que aportar. Entonces, no quedaba más que preguntar, aunque casi sabía la respuesta, mi propósito de haber sido convocado, y por primera vez, desde que lo conocí, su actitud irradiaba seguridad y firmeza, y pintó el panorama con claridad, el mundo mortal ya estaba en el ojo del Coro Angelical, el orden divino estaba en pleno proceso de corrupción y cuando algo llega al Coro Angelical, bueno, para ponerlo en sencillas palabras, las purgas masivas suceden. Con la captura realizada por su hija, Asariel esperaba llevarlo ante los Dominions del Coro Angelical y exponer oficialmente a Af, pero también necesitaba otro ángel, como yo, que avalara su denuncia, pues al ser el responsable del nacimiento de un nephilim, había perdido credibilidad. No tenía otra opción que aceptar, y le informé que había ido con Abuliel anteriormente y que estaba siendo orbitado por Af, Asariel hizo un gesto de desagrado al escuchar el nombre de Abuliel, pero luego pidió unos momentos para cambiar sus vestimentas a algo más apropiado y pidió a su hija reforzar las ataduras de la prisionera . Acompañé a la nephilim, y le pregunté su nombre, Nodebrei, me contestó.

La ángel caída todavía se encontraba atada y rodeada del fuego, se dirigió a nosotros al vernos llegar, quería llegar a un acuerdo, confesaría sus crímenes y daría la información necesaria, a cambio de que se interceda por su restitución en Yskord. Creo que nos quiso poner a prueba, cualquier ángel, incluso el más nuevo, sabe que la restitución en Yskord está fuera del poder de un ángel guardián, o un ángel habitante de una mansión lunar, solo el Coro Angelical podía garantizar ese privilegio, y supongo que notaba nuestra improvisación sobre la marcha. Así que fui sincero y propuse que no presentaría declaración en contra por su intento de asesinato si eso ayudara a su pedido, se quedó unos momentos pensando, pero luego aceptó, pregunté su nombre y respondió, Penemuel. Su respuesta me sorprendió, miré a Nodebrei, quien también mostraba sorpresa, los guardias que lo custodiaban se voltearon a verla y se miraron entre ellos.
Asariel salió de la habitación, vestido con su armadura ceremonial de audiencia, nos miró a todos sin mayor gesto y fue directo al ángel caído, la miró a los ojos, llevaba el arma con la que habían asesinado a su amada y se detuvo a pocos pasos del fuego, -¿Osas tomar para ti el nombre de uno de los diez?- le preguntó, el ángel solo se limitó a bajar la cabeza y repetir lo que nos había dicho, que confesaría y daría información sobre los agentes del apocalipsis, pero Asariel no estaba muy convencido de sus palabras, se tomó para sí misma el nombre de Penemuel, quiso asesinar a otro ángel y estaba ligada a la muerte de la mujer que él había amado, no iba a darle la oportunidad de escapar impune solo porque puede dar algo de información. Pero una pregunta cruzó mi mente, y me pareció que era un buen momento para hacerla, pues el juicio de Asariel estaba nublado: Si bien Af se encontraba en una campaña abierta para la destrucción del mundo mortal, ¿Como había conseguido la propagación de la oscuridad de esa manera?. La respuesta que recibí no hizo más que empeorar el panorama general de la situación, verán, los agentes del apocalipsis, no solo responden a Af, sino que a cada uno de los Grigori, y cada uno de ellos tienen un grupo de caudillos que reclutan, entrenan y arman según el plan del Grigori. Ella pertenecía al primer grupo de caudillos del arcángel Gadreel quien, según dijo, tenía influencia incluso sobre los otros Grigori a nivel táctico, pues su pensamiento estratégico era superior al resto. Su misión era desgastar a Varsimor y a los agentes de la fe aorita para poder tomar control de la ciudadela y su producción de comida, si los humanos de allí perdían esa fuente de sustento, sucumbirían a la oscuridad, como sucedió en otros lugares.
¿Pero por qué tomó el nombre de Penemuel? le consulté, me di cuenta que había tomado el control de un interrogatorio que no era mío por derecho, pero mi mente inquisitiva no me permitía que dejase cabos sueltos. La respuesta fue sencilla, ella era un ángel de bajo rango, podría decirse que inmediatamente más bajo que yo, y los mortales no aceptarían un nombre desconocido a sus oídos cuando se los está instigando a pisar en la oscuridad, fue idea de Gadreel. Le consulté su nombre verdadero, y respondió, Sereva. La miré bien, era una bella mujer, dejando de lado sus afiliaciones.

Me di cuenta que tanto Asariel como Nodebrei me miraban, intercambié miradas e hice un gesto, como preguntando si ellos deseaban realizar preguntas, pero ambos negaron, los guardias la miraban con recelo, pero uno de ellos me miró a mí, como pidiendo permiso para hablar, le pregunté qué sucedía y expresó su deseo de saber sobre qué sucedería con ella una vez que fuera llevada ante la justicia, me pareció una pregunta rara, pero no sabía que responder, le pregunté a Asariel si podía responder esa pregunta, me miró unos momentos, casi molesto, pero luego se dirigió al guardia y con un tono agresivo le preguntó el motivo por el cual deseaba saber qué sucedería con ella.
El guardia expuso un buen punto, pues era de conocimiento común en Yskord el papel de los diez Grigori, llevar a un ángel caído ante el Coro Angelical solo iba a ocasionar que sufra el castigo por intento de asesinato pero no harían nada contra ellos si no se demuestra una infracción en las reglas del balance de la luz y la oscuridad, y además quedaríamos expuestos ante Af, Gadreel y los demás Grigori como una fuerza opositora, mejor dicho la única fuerza opositora que quiere enfrentarse a ellos, lo mejor que podían hacer era mantenerla cautiva, y tal vez con el tiempo convertirla a la causa. Nordebrei hizo un gesto de negación y se dirigió a él, -¿Has tomado afecto por la prisionera?-, le preguntó, el guardia negó la acusación, Sereva interrumpió la conversación, -No deseo formar más parte de ningún bando, lo que sabía, ya lo he dicho, incluso, preferiría que me juzgue el Coro antes que volver a tener que trabajar por los planes de los demás, ¿A donde me ha dejado eso?-.
Asariel perdió la paciencia y su grito resonó en toda la mansión, -Basta-, solo dijo eso, y luego un incómodo silencio. Para sorpresa de todos, disipó el círculo de fuego de Sereva, -Si algo entiendo, es que no existe lo correcto y lo incorrecto aquí, somos todas piezas pequeñas de una maquinaria aún más grande que nosotros mismos, creí que podía tomar un rol importante aquí, pero cada minuto que pasa, me doy cuenta de mi propia inutilidad, siendo contradecido por cualquiera que llegue aquí, y tampoco es que tenga ya mucha voluntad de seguir adelante con esto, Vestland puede caer si lo desea-, dijo en lo que yo llamo, un sorpresivo cambio de tono de la cuestión, no entendía lo que sucedía, el resto tampoco, aunque Sereva se quedó parada en su lugar en una calma total.

Nodebrei se aclaró la garganta y pidió a su padre que reconsiderara lo que había dicho, pero Asariel no quiso escucharla, tomó el arma fuertemente en sus manos y la hizo brillar, -Ya está cargada, solo tiene que conectar con su objetivo-, dijo en un tono sombrío. El guardia que había consultado por Sereva se interpuso entre Asariel y ella con su lanza en posición de ataque, -¿Por qué?- preguntó, su voz se quebraba del miedo, Asariel lo miró y rió levemente, -No desesperes, no voy a dispararle a tu prisionera, mi propósito es más alto-, notaba como su cordura se perdía en cada palabra, Nodebrei intentó acercarse a su padre, pero él la detuvo, -Voy a matar a Gadreel, si lo hago, el caos caerá sobre los Grigori-.
Cuando escuché esas palabras, me tomé la cabeza, nunca había visto en mi vida mortal a alguien cambiar de mente tan rápido y salir con las ideas más estúpidas, se supone que un ángel no hace estas cosas, aunque no tuve mucho tiempo para seguir pensando, ya que casi a los pocos segundos de las palabras de Asariel, fuimos aturdidos y cegados, cayendo al suelo, por una onda expansiva generada por cinco columnas de luz que entraron por los ventanales, cuando recuperé la visión, cinco ángeles vestidos con armaduras doradas nos contuvieron con cadenas doradas, eran miembros del Coro Angelical, -No se resistan- dijo un sexto ángel, una mujer de cabellos dorados y ondulados, que apareció a lo último, su voz era suave pero determinante, llevaba una toga, una espada y un escudo, una venda cubría sus ojos, -Asariel, se lo acusa de conspiración para el asesinato de un arcángel-, fueron las palabras que resonaron en nuestros oídos, en ese momento nos parecieron injustas, pero la ley angelical era muy clara al respecto, cualquier frase que expresase la intención de dañar a otro ángel, sería juzgada severamente, pero lo que no entendíamos en ese momento, era como se habían enterado al instante de lo que Asariel había dicho.
Asariel miró con desprecio a la mujer, -Justicia, solo apareces para esto, deberías estar cazando a los agentes del apocalipsis, no apresando a quienes los intentan detener-, dijo mientras intentaba liberarse, Justicia movió la cabeza en su dirección, no podía decir si de verdad lo miraba tras su venda, -Tus acciones traen consecuencias, creador del Nefilim, no eres santo para emitir juicio aquí-, le contestó fríamente y se dirigió a mí, me preguntó mi afiliación con ellos, le conté la situación tal cual fue hasta la llegada de ellos a la mansión lunar, me escuchó atentamente y luego le solicitó a quien me sostenía que me llevara a Yskord para futura investigación, el soldado me iluminó en una gran bola de luz, y aparecí en una celda, sin posibilidad de hacer nada más, me senté en el suelo, esperando mi turno con los investigadores.

No hay comentarios.: