ILIM - PARTE I.V

La situación en la excavación había pasado de mal a peor, luego del ataque inicial con flechas, un gran número de no muertos se abalanzaron por la entrada principal, a diferencia de los enfrentados en el bosque por Ildoith y Unatash, no estaban armados ni llevaban uniformes distintivos, los hombres de Gaelan no estaban equipados para enfrentar esta amenaza y algunos de ellos sucumbieron al terror frente al inminente ataque de los no muertos de ojos brillantes. Que estuvieran atacando allí claramente no era coincidencia, hace dos semanas, los reportes de profanación de tumbas en poblados pequeños habían aumentado a lo largo de la costa del este, cada vez más cerca de Anglestom, Gaelan mantuvo un ojo en esta situación, hasta hacía tres días, cuando los reportes cesaron y las tumbas dejaron de ser profanadas. Pero lo que más le molestaba de todo, era no saber quién podría ser el atacante, no quedaba mucha gente viva en el mundo que supiera el valor real de este descubrimiento.
Con dos hachas en mano, Galean y un puñado de sus hombres, con la ayuda de Maegus, fabricaron una barricada improvisada formando un cuello de botella a mitad de camino de la excavación. Estratégicamente, Maegus se encontraba en primera línea bloqueando el paso, su estatura y alcance de golpes permitiría deshacerse de varias amenazas a la vez.
La primer oleada apareció ante ellos, los mercenarios de retaguardia encendían sus flechas en fogatas improvisadas y disparaban lo más rápido que podían, había demasiados objetivos para apuntar, y el pasillo que habían armado les permitía un alto porcentaje de acierto en cada disparo, los primeros no muertos cayeron, envolviendo sus cuerpos en llamas, los de la segunda fila tropezaban con los caídos, quienes al caer, fueron pisados por los de tercera línea. Los arqueros volvieron a disparar, pero la efectividad del principio se había perdido ya que no disparaban directo a la cabeza y las flechas sólo se alojaban en los muertos que todavía tenían carne o músculo, los más antiguos solo era hueso, y las flechas rebotaban en ellos, con suerte, los que habían sido enterrados con ropa podían ser prendidos fuego.
Maegus levantó su hacha y lanzó el primer golpe cuando estuvieron a su alcance, logró partir a la mitad a cinco a la vez, pero al terminar el primer golpe, tenía a seis más a su alcance, volvió a atacar, logró deshacerse de cuatro, los otros intentaron agarrarlo, pero fueron alejados por dos mercenarios que lo asistían. Ahora eran siete, sin tomar fuerza y con desesperación, lanzó un tercer golpe que no fue ni de cerca igual de efectivo que los anteriores, solo dos cayeron ante el golpe, el resto logró llegar a la barricada y algunos se abalanzaron sobre él, los arqueros comenzaron a disparar más rápido, pero la desesperación los hacía inefectivos, ya no podían atacar libremente porque corrían riesgo de lastimar a sus compañeros que intentaban sostener a los muertos para que no salten el bloqueo, la situación era insostenible, la barrera cedería y la ola de atacantes los arrastraría enseguida a todos, -¡Retirada! ¡Todos hacia atrás! ¡A la escotilla!- gritó Gaelan mientras se retiraba, sus hombres dieron sus últimos golpes para darles una ventaja en la retirada y luego corrieron. Maegus luchaba con todas sus fuerzas, pateando, dando puñetazos y moviéndose bruscamente para liberarse de ellos, había recibido varias heridas por todo el cuerpo de mordidas y rasguños, por más que hubiera querido, la retirada no era opción en ese momento, por su mente se le cruzó Ildoith, agradeció al destino por haberla alejado de la excavación a tiempo, pero hubiera deseado verla una vez más, sus heridas ya eran mortales y cualquiera hubiera colapsado por las heridas y la pérdida de sangre, pero él no podía, debían librarse de la mayor cantidad de estas monstruosidades, si los mercenarios y él estaban teniendo dificultades en repelerlos, Ildoith y Unatash no tenían oportunidad, más allá del dolor y más allá de cualquier límite mortal, adoptó su pose de combate y lanzaba golpes sin parar, logró derribar a diez no muertos más hasta que sus últimas fuerzas lo abandonaron, sus piernas colapsaron y cayó de rodillas, dejó caer su hacha y esperó que la horda terminara con él.
La última oleada de no muertos entraron a la excavación, detrás de ellos, un pálido hombre humano de aproximadamente veinte años, entró también, caminando como si fuera un paseo por el bosque, llevaba cabello negro largo y una barba a candado, vestía el mismo ropaje que los muertos del bosque con un agregado de un peto de metal grabado con el símbolo representando a un demonio, paró un momento a observar el panorama y escuchar el ruido de los mercenarios muriendo, hizo una mueca sonriente, -Fueron fáciles-, siguió el sendero de muerte que habían formado sus tropas, cuando el asedio termine, reemplazaría a sus caídos con cuerpos frescos y equipados.
No tardó mucho en alcanzar el lugar donde Maegus dió su última pelea, el semigigante todavía se rehusaba a morir, arrodillado, los muertos pasaban de él desde el momento que soltó su arma. El nigromante paró en seco y lo observó, luego se acercó a él, cautelosamente, un brillo púrpura salió de su mano izquierda y colocó su palma sobre la cabeza de Maegus, revoleó los ojos en disgusto -¿En serio?, los mortales son todos iguales, si no es poder, es una mujer, o un hombre o riquezas-, luego su mano derecha se iluminó de rojo y una masa uniforme de energía negativa de color carmesí bailaba sobre su palma, -Pero eres demasiado importante y útil para morir así-, apoyó la mano derecha en el pecho de Maegus, el influjo de energía negativa detuvo todas sus funciones corporales, tomó un vial de vidrio tallado que tenía en su cinto y lo colocó cerca de su boca, una estela de luz blanca salió de la boca de Maegus y se dirigió al vial, una vez que estuvo lleno, lo cerró y el cuerpo cayó como un títere sin hilos.
Gaelan Berg y sus hombres se encontraban acorralados en la escotilla, los muertos habían dejado de atacarlos pero formaban una pared en la parte superior evitando que pudieran trepar. Nuevamente pensó en escaparse.  El nigromante se hizo presente, dió un rápido vistazo a la escotilla y a los mercenarios, luego clavó la mirada en Gaelan, -Parece ser que he vencido al gran maestro espía, bajen sus armas y podrán tener la oportunidad de servir bajo mis órdenes-, Gaelan río y escupió al suelo en desprecio, -Grandes palabras para un profanador de tumbas, ¿Qué piensas ganar de esto?-, el nigromante aplaudió lentamente, burlándose de él, -Ah sí, ahí está el espíritu de pelea, ya hemos tomado este lugar, creo que es ganancia suficiente por el momento-, Gaelan apretó los puños con rabia, -¿Cuánto piensas poder sostener este lugar hasta que los ejércitos de Anglestom y la Orden de la Llama Abrasadora decidan reclamar el territorio?-, el nigromante rió, -Lo intentarán, dieron por sentado que nunca volverían a tener que pelear contra nosotros, y decidieron ocultar e ignorar que alguna vez existimos-, Gaelan se cruzó de brazos, -¿Nosotros? Ya habla de una vez y corta el misterio, no das la talla-, el nigromante asintió en silencio, acomodó las ideas en su cabeza, -Soy el príncipe general Gregor Veroltz de Beretenia, ¿Recuerdas ese lugar?-.
Gaelan río e hizo un gesto de desprecio, -¿Qué podría saber un crío como tú de eso? Me suenas más a un loco descarriado, vas a morir aplastado tarde o temprano bajo el peso de tu propia estupidez-, el nigromante le devolvió el gesto de desprecio, su cara ya denotaba aburrimiento, -Creyeron que su hechizo de prisión temporal duraría por siempre, ¿Verdad?, Pues aquí estoy, demostrando que día a día se debilita, y no podrán contenernos-, hace un gesto señalando a toda la masa de no muertos, -¿Los ves? Cada muerto de Beretenia está aquí hoy, ¿Puede siquiera dimensionar el daño que han causado?-.
Gaelan dió un puñetazo de ira a la pared de tierra detrás suyo, este hombre sabía demasiado y comenzaba a creerle, pero no podía bajar la guardia, notó que el nigromante estaba envalentonado y era presumido, en su línea de trabajo, sabía que este perfil de enemigo soltaría inconscientemente información vital solo para sentirse superior, solo necesitaba sacarlo de su centro y podría tener una chance, así que decidió que tenía que soltar información para obtener información, -Si estás buscando a Vikataria, aquí no está-, miró a los ojos al nigromante, -Buena suerte con eso-.
Veroltz volvió a cruzarse de brazos, -Tarde o temprano la encontraré, o me la entregarán, ¿Cuánto crees que las naciones soporten el asedio y muerte constante que estamos determinados a infligir?-, Gaelan sintió alivio por dentro al saber que Veroltz no conocía la historia completa, ahora más que nunca era imperativo sobrevivir, no lograría abrir la escotilla a menos que lograran dar con la llave, y no sabía si Ildoith y Unatash habían tenido éxito. Dió un vistazo a sus hombres, la historia se repetía nuevamente, abandonaría a su suerte a buenos hombres por un bien mayor, tal vez sea por la edad, pero se sintió emocional y sintió un gran pesar en su corazón. Tomó de uno de los pliegues de su pantalón una piedra fina tallada con una runa con un tenue brillo celeste, miró nuevamente a sus hombres y ellos lo miraron a él, no sabían que tenía allí, -Cierren los ojos muchachos, esto va a estar fuerte-, les dijo mientras simulaba una sonrisa y ellos se alegraron pues sentían que se habían salvado.
-¡Detenganlo!- exclamó Veroltz y sus tropas se abalanzaron sobre ellos, la piedra se partió en seis partes bajo el puño de Gaelan y una luz celeste fuerte los encandiló, cuando los mercenarios recuperaron la visión, ya era tarde, fueron superados en número por los no muertos y arrastrados a una muerte dolorosa, sin Gaelan a la vista.

Ya recuperadas del combate en el bosque, Ildoith y Unatash tomaron la pieza robada del cuerpo del capataz, -Deberíamos llevarlo de vuelta a la ciudad, merece un entierro digno- dijo Unatash, Ildoith miró el cuerpo, y luego al bosque, -También está el rastreador, Ilfan, quiero volver, esto es demasiado para mi-, recordaron que tenían dos caballos disponibles, -Intentemos despertar al rastreador, Maegus todavía está en la excavación, deberíamos ir a buscarlo. Tal vez podríamos intentar ver que hay dentro de ese lugar, ¿No tienes curiosidad?-, dijo Unatash.
Ildoith ladeó un poco la cabeza, pensativa, se había olvidado de todo lo anterior, -Ciertamente, tengo ganas de saber que sucede, pero no estoy acostumbrada a esto, y menos ver morir a una persona-, su tono de voz era de molestia, Unatash lo notó y tomó una actitud apaciguadora, -Te entiendo, me disculpo-, tomó el cadáver del capataz y se lo cargó al hombro, Ildoith abrazó su otro brazo y comenzaron a caminar siguiendo el brazalete para encontrar al rastreador.
Ya estaba despierto cuando lo encontraron, y las vió llegar, luego vió el cuerpo que cargaban -¿Lo han matado?- les preguntó, su voz todavía estaba débil pero se notaba la tristeza en ella. Ildoith negó con la cabeza, - Fueron los no muertos, él murió interceptando unos ataques que venían a por mí-, su tono era triste y oscuro, a Ilfan le tomó tiempo procesar la respuesta, pero finalmente las ideas entraron en su cabeza, -¿Y los no muertos?-, preguntó, -Desintegrados-, contestó Unatash, cortante y añadió, -¿Puedes montar? Tenemos que volver a la excavación, debemos reunirnos de nuevo con los demás-.
Ilfan usó el árbol donde estaba acostado de sostén y se puso de pie, le costaba un poco y las heridas recién cerradas todavía le dolían. -Puedo hacerlo, vamos-, los tres caminaron hacia las afueras del bosque, se sintieron aliviados de volver a terreno conocido y que sus caballos estuvieran allí, pero el alivio duró poco cuando fijaron la vista hacia donde estaba la excavación, grandes columnas de humo negro se alzaban imponentes, -¿Qué demonios?- exclamó Ildoith, perdiendo lo último que le quedaba de estabilidad emocional, Unatash dejó el cuerpo en uno de los caballos y apoyó sus manos en los hombros de Ildoith, -Tranquila, a veces un descuido puede encender el material inflamable-, en realidad tampoco tenía idea y no dudaba que el suceso anterior no esté conectado, pero no quería alterarla más, miró a Ilfan buscando apoyo, -Si, es posible, a mí me ha pasado- agregó él.
-Bueno, ¿Por qué no te adelantas a Anglestom? Yo me encargo del resto-, dijo Unatash mientras palmeó la espalda de Ildoith, pero ella negó con la cabeza, -Prefiero no estar sola-, el rastreador miró a ambas, y luego a la excavación a lo lejos, -Podría acompañarla hacia la ciudadela, y luego volver- comentó, pero para Unatash no era buena idea, no quería dejar a Ildoith a resguardo de alguien recién sanado, aunque apreciaba el gesto, -Lo mejor es estar juntos- le contestó.
Escucharon el cabalgar de caballos acercándose provenientes de Anglestom, un grupo de cinco soldados de la guardia se dirigían a toda prisa hacia la excavación, iban a gran velocidad y no repararon en ellos, -Bien, por lo menos no iremos solos, apurense, tenemos que seguirlos-, Unatash tomó a Ildoith y la alzó, poniéndola encima del caballo, y luego ella subió, pero esta vez, la hizo viajar detrás, -Agarrate fuerte, síguenos muchacho-, espoleó al caballo y tomó el camino, lograron ponerse a distancia de los soldados y tenían una buena visión de ellos, a medida que se acercaban, podían ver en más detalle lo que estaba sucediendo, efectivamente el lugar estaba en llamas, vieron a los soldados desaparecer en la pequeña curva hacia la entrada y  disminuyeron la marcha para darle descanso a los caballos.
Aproximadamente, menos de quince segundos desde que habían entrado, dos caballos salieron corriendo sin su jinete, relinchando en terror, luego escucharon el grito de uno de los guardias, luego se lo vió corriendo, intentando salir del lugar, no llevaba su espada y había perdido el casco, -¡Ayuda, por favor!- fueron sus últimas palabras antes que tres no muertos saltaran sobre él, y el grito desgarrador de su inminente muerte se asentara en los oídos de los tres.
¿Qué demonios?- murmuró Ildoith, luego miró a Unatash, -¿Qué hacemos ahora?-, Unatash lanzó un pequeño gruñido, pensativa, -Lo más sensato es volver a la ciudadela y alertar de la situación-, -¿Y Maegus?- le respondió al instante Ildoith, alterada.
Unatash negó con la cabeza, -No sabemos qué ha pasado ahí dentro, y tampoco tenemos la fuerza para combatirlos, si cinco soldados entrenados fueron eliminados con facilidad, ¿Qué nos espera a nosotros? Además, eso significa que los mercenarios de el señor Berg han caído también-, el tono conciliador de Unatash calmó los ánimos de Ildoith, lo que la ayudó a centrar sus pensamientos y ver la situación desde otro ángulo.
Ilfan ya no tenía miedo de ellos, no podían hacerle algo peor, pero tampoco iba a tirar su vida, -Escóndanse en los arbustos al lado del camino, voy a investigar desde esa posición-, señaló uno de los montículos de tierra removida que estaba apilado en la parte superior de la curva, Unatash negó, -Es peligroso, no podremos ayudarte si algo sale mal-, Ilfan se encogió de hombros, -Ya estamos en peligro, y volver sin información precisa no servirá de nada-, bajó del caballo y comenzó a caminar hacia el lugar indicado.
Unatash e Ildoith se bajaron también, tomaron a los caballos por sus riendas y se escondieron detrás de unos arbustos altos, se sentaron una al lado de la otra, el ambiente era tenso, luego de un minuto de incómodo silencio, Unatash habló, -Lo siento, no debí traerlos-, la cara de Ildoith pasó de indiferencia a enojo, -No te atrevas, culparte a ti no resolverá nada, ¿O tú sabías que esto podría pasar?, si lo sabías, y lo has ocultado, ahí si tendremos problemas-, la respuesta de Ildoith la descolocó, no era la respuesta que esperaba, ya se había preparado para recibir el enojo y el odio que había recibido todas las veces que una operación salía mal, incluso cuando era una aprendiz, se le hizo un nudo en la garganta, y sus ojos se empezaron a llenar de lágrimas, -No, no lo sabía, fui honesta con ustedes-, contestó, al borde del llanto y con solo un hilo de voz, la expresión de Ildoith se relajó y luego sintió pena por ella, -Mírate tan grandota, y llorando como una niña-, se acercó a Unatash y se sentó entre sus piernas y apoyó su cabeza en el pecho, Unatash la envolvió en sus brazos, - Creo que es lo único que necesitamos ahora-, dijo Ildoith y luego se quedaron en silencio.

Ilfan evitó el camino principal, no sabía si la fuerza atacante tendría vigías, a pesar de sus heridas, pasó la mayor parte de su acercamiento, agachado, arrastrándose por el suelo, y corriendo de cobertura en cobertura, hasta que logró llegar al montículo de tierra que usaría para ver, era lo suficientemente alto para darle una visión completa del lugar, pero tendría que hacer un esfuerzo extra porque debía evitar ser descubierto.
Trepó el montículo hasta llegar a la parte superior, ayudado por unas palas que le habían servido de escalones, la visión del campamento era aterradora y tuvo que ahogar un grito, sus hermanos de armas y los mineros yacían acomodados metódicamente uno al lado del otro y comenzaban a formar una figura en el centro geográfico del lugar, los no muertos cargaban entre dos los cadáveres, el cuerpo de Maegus sobresalía del resto por su tamaño, cuatro de ellos intentaron moverlo pero no pudieron. Notó que algunos de los no muertos explotaban súbitamente en una nube de polvo de hueso, dejando sólo los objetos materiales que cargaban con ellos.
Las estructuras del lugar estaban completamente consumidas por las llamas formando columnas de fuego que hacían el ambiente pesado para respirar.
Se secó la frente de sudor y enfocó la mirada al centro nuevamente, esta vez logró ver a Veroltz, no sabía quién era, pero debido a sus gestos se dió cuenta que era el que comandaba a esa horda, no pudo verle la cara más en detalle ni nada relacionado con su vestimenta, se lamentó de no haber traído su arco, podría haber intentado eliminarlo de lejos, aunque la idea le pareció ridícula porque no era tan buen tirador.
Tan enfocado estaba en retener información visual del lugar que no escuchó las pisadas y gruñidos de un  no muerto que se acercaba por detrás hasta que sintió sus dedos fríos tomarlo por la bota izquierda. Iba a gritar, pero se contuvo, no podía exponerse más, se apuró a agarrarse a una de las palas para darse un punto de anclaje y evitar ser arrastrado, el no muerto tironeaba cada vez más fuerte para llevárselo, le pegó con el talón izquierdo de lleno en la frente, tres veces, hasta que logró que lo soltara, aprovechó que el no muerto había quedado aturdido y removió la pala del montículo y saltó de él, dejando caer gran cantidad del pilón sobre el no muerto, que fue arrastrado y enterrado casi por completo, dejando la cabeza afuera, rápidamente usó la pala y la golpeó repetidas veces hasta que dejó de moverse, gruñir y finalmente se convirtió en polvo, de milagro este suceso no había alertado a ninguno de los demás, pero habiendo perdido ya el punto alto de visión y habiendo sobrevivido el encuentro, era hora de volver con ellas.

Un fulgor azul iluminó la habitación número tres de El Barón Feliz, Gaelan se materializó dentro de ella y rodó por el suelo, golpeándose la espalda contra la pared, odiaba utilizar piedras de teletransportación, nunca había entendido cómo algunos podían no golpearse. Luego de superar el dolor del golpe y recuperar el aliento, buscó la esfera de cristal entre sus pertenencias, necesitaba saber qué había pasado con las otras dos enviadas de la Orden, finalmente la encontró e intentó dar un pequeño vistazo, ambas estaban vivas, en las afueras de la excavación, pero tampoco le dedicó mucho tiempo a observar, su mente giraba sin cesar recopilando los hechos ocurridos, un nigromante que clamaba ser de la región extinta de Beretenia los había atacado, en búsqueda de la teniente demoníaca Vikataria y sabía sobre las estructuras escondidas, si bien el nigromante podría ser un descarriado con la cabeza atrofiada de tanta practica de magia negra y una insana obsesión por la historia, no podía ignorarlo, si lograba tener acceso al interior, el plan de contingencia planeado hace treinta años fallaría, y esta vez, un segundo Desorden terminaría con todos ellos tan fácil como derribar un castillo de arena.
Cómo maestro espía, odiaba tener que revelar información confidencial, pero ya las dos enviadas tenían el conocimiento de la existencia de la escotilla, el nombre Vikataria e incluso el método para abrir la puerta, todo eso, sumando que uno de los suyos cayó en combate allí y él había logrado escapar, no podía dejar que emociones inflamadas por la tristeza y el enojo, junto con un proceso de duelo, haga que sus lealtades fueran puestas en el lugar equivocado. Contaba con la posibilidad de espiar sus movimientos en todo momento, así que no se revelaría ante ellas hasta que sea el momento propicio y usaría la habitación como su centro de operaciones. En segundo lugar, tenía que viajar hasta la llamada Zona de Contingencia para verificar que en realidad Beretenia seguía desaparecida. Y como último punto, alguien o algunos con el conocimiento de la existencia de las estructuras enterradas y el contenido de las mismas había facilitado información confidencial a un potencial enemigo.
Eran muchas cosas que poner en orden y acababa de salvar su vida por poco, tenía la garganta seca, el estómago vacío, el cansancio comenzaba a aparecer en su cuerpo y todavía tenía manchas de sangre y polvo de la batalla, lo mejor que podía hacer en ese momento era utilizar los servicios que el lugar ofrecía, por lo menos luego no se sentiría tan miserable.
Tres golpes seguidos se escucharon en su puerta, el instinto de Gaelan hizo que se pusiera de pie, alerta, -¿Quién es? ¡Identifíquese!- gritó hacia la puerta, -Es que escuché un ruido fuerte, quería saber si estaba bien-, dijo una voz tímida detrás de la puerta, reconoció que era la de una de las chicas que trabajaba allí y se relajó, luego abrió la puerta, allí estaba ella, una mediana, de cabello colorado y ojos verdes con algunas pecas sobre sus mejillas, gran belleza y carisma, pero muy inocente, él le llevaba aproximadamente cuatro cabezas de alto, -Enea, discúlpame por gritarte, es que…-, Enea se tapó la boca para ahogar un grito al percatarse del estado en el que estaba Gaelan, luego lo interrumpió, -¿Qué ha pasado? ¿Doy aviso a la matrona?-, Gaelan suspiró y negó con la cabeza, -No hace falta, pero si me vendría bien una buena tina de agua caliente y una comida-, Enea asintió, -Enseguida vuelvo-, luego con paso firme y presuroso se fue, la regla con el huésped de la habitación tres era: No hacer preguntas de más.

Ilfan volvió sobre sus pasos, utilizando las mismas coberturas que antes y en poco tiempo volvió al camino donde se habían escondido, Ildoith y Unatash salieron de los arbustos, -¿Que has visto?- preguntó Unatash, la cara de Ilfan denotaba preocupación y miedo, tragó saliva para intentar sacarse la sensación de sequedad y carraspeó tratando de quitar el nudo de la garganta, -Bueno, ahí dentro, las mismas cosas que nos atacaron en el bosque, están allí dentro, son muchos, hay una persona allí, les da órdenes, y están moviendo los cadáveres de todos-, se tomó la cara con ambas manos, -Todos han muerto-, la voz se le quebró.
-¿Todos muertos?- murmuró Ildoith, Unatash la miró de reojo, teniendo que el estado emocional de ella no soporte la noticia, Ilfan miró a Unatash, esperando confirmación, ella asintió, con tristeza.
-El gigante que venía con ustedes, su cuerpo estaba allí también, era difícil no verlo-, Ildoith negó con la cabeza, -Debimos haber ido los tres-, sentía tristeza por su muerte, no había dimensionado que hoy sería un día donde todo cambiaría, esto ya no era un juego.
Nuevamente la sensación de fracaso golpeó a Unatash, el hijo de Rotagán había muerto, y ella no había estado allí, -Necesitábamos que alguien se quedara, no sabíamos si eran de confiar-, le contestó a Ildoith intentando poner en perspectiva la situación, Ilfan se cruzó de brazos y agregó: -Cualquiera de ustedes que se hubiera quedado habría estado condenado a la muerte, son veloces, sin ningún tipo de miedo ni moral y atados a los deseos de su amo-, Unatash asintió y apoyó la mano sobre el hombro de Ildoith, -Volvamos, alguien tiene que avisar lo que sucedió aquí a las autoridades de la ciudad, y a la Orden-, Ildoith la miró, presagiando más noticias tristes, -¿Y qué pasará conmigo?-, Unatash la miró, -Tu abandonarás Asharim y Anglestom, no es seguro para ti, y tampoco para nadie allí-, miró a Ilfan, -Tu también vienes con nosotros-, Ilfan se sorprendió, -¿Están seguras que hay lugar para mí con ustedes?-, Ildoith se encogió de hombros, -¿Tienes algún mejor lugar para ir?-, Ilfan asintió, -Podría servirles de mensajero, cubrir más terreno-, los tres se quedaron en silencio por unos momentos, mirando hacia la excavación, Unatash suspiró, -Pensémoslo mejor luego de informar en la ciudad y descansar, ahora mismo no puedo pensar-, luego recordó que todavía tenían el cuerpo de Dário, y le señaló el caballo, -Adelantate, que en el cementerio se encarguen de él, que lo cremen-, Ilfan asintió sin decir palabra, tomó el caballo con el cuerpo y se fue galopando sin pausa.
Ildoith suspiró con la vista fija en la excavación, -Era una buena persona, ¿sabías?, tenías razón, yo fui un poco malvada con él, porque sabía que lo tenía en la palma de mi mano y podía hacerle hacer lo que sea, no necesitaba magia para controlarlo, no te pediré que no me juzgues, honraré su memoria-, Unatash escuchó atentamente sus palabras, luego se acercó a ella, se puso de rodillas y la abrazó por detrás, -Eres un caso especial, Ildoith-, los ojos de Ildoith se llenaron de lágrimas al sentir el calor del contacto físico envolviendola por completo, -Gracias-, dieron un último vistazo hacia la excavación, y luego en silencio emprendieron el viaje de regreso.

Veroltz caminaba serenamente entre los cadáveres y las cenizas que había generado, el aire era espeso por el humo, el olor a carne podrida y sangre ya habían tomado el lugar, se sentía complacido de que su ataque hubiera resultado exitoso, aunque la pérdida de la llave de la escotilla lo iba a retrasar, no sabía cuánto tiempo podría sostener la posición hasta que el ejército intentara entrar, hubiera querido compartir este momento con otros miembros de la Logia Impía, pero los cuatro se habían dispersado al pasar el umbral, cada uno con su misión específica. Rebuscó en los pliegues de su ropa y tomó el vial con el alma de Maegus en ella y lo colocó a la altura de sus ojos, la esencia se movía inquieta dentro con un fulgor rojizo, intentando golpear las paredes en las que estaba prisionera, agitó el frasco un poco, -Tranquilo, tranquilo, eres un seguro nada mas, te doy mi palabra que podrás ser libre, cuando todos los demás seamos libres-, la esencia se calmó y cambió de color a un azul pálido, guardó el vial y se dirigió hacia el cadáver de Maegus, apoyó ambas manos sobre él, empezaron a brillar de un color celeste y escarcha se comenzó a formar sobre el cuerpo, a los pocos segundos, el cadáver estaba congelado como si estuviera dentro de un témpano de hielo, volvió a sacar el vial y le habló -Cuidaré tu cuerpo también, mientras mantenga tu alma y tu cuerpo en condiciones, podrás volver a tu forma original-, hizo un gesto a los pocos muertos restantes que todavía se mantenían en pie, -Traigan un carro, preparenlo para transporte-, guardó nuevamente el vial y sacó de otro de los pliegues un pequeño espejo en un marco labrado de metal, hizo unos círculos sobre el espejo, el cual formaba ondas, como si de líquido se trataba, -Aprendiz Ohurrat, es hora que demuestre su lealtad a la causa-

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