FTW - PARTE I

En una época más sencilla conocida por los habitantes del continente Vestland, los conflictos territoriales solo estaban atados a la codicia y deseo del lord de turno y sus necesidades de expansión en un territorio vasto y casi inexplorado.

Así fue como Westvale y Korvozam, antaño naciones humanas, aliadas en la construcción de un futuro próspero, se vieron envueltas en una serie de escaramuzas y asedios, solo por una pulseada de poder de sus gobernantes.

Pese a los consejos y advertencias de iniciar cualquier acción hostil, Korvozam lanzó el primer ataque contra Westvale, destruyendo una ciudadela de cultivadores de la tierra y artesanos del metal y el cuero, con el objetivo de reducir sus suministros para su ejército, de esa manera, podrían mantener la balanza a su favor.

No hubo lucha, solo masacre y fuego. ¿Cómo podía comprenderse este accionar más que una provocación de guerra y un cese de alianzas?

¿Y qué quedaba entonces para Westvale en este caso? ¿Apelar al arrepentimiento de una nación hermana a través de vías diplomáticas? ¿O devolver con la misma moneda a su agresor?

Razis, el jefe del ejército de Westvale visitó la ciudadela destruida y sus ojos daban poco crédito a lo que allí sucedió. Pero lo que más le dolía era saber quién había estado a cargo de este asedio, su hermano, Rahas.

Se lamentó que los conflictos políticos habían separado a su familia y lamentó que Rahas haya podido encontrar en Korvozam un hogar donde apoyan y utilizan su instinto natural de lastimar a otros para impulsar una agenda de codicia a cambio de un mínimo título nobiliario.

Pero el Justicar Maevius necesitaba un reporte de la situación, y cuando supiera lo que había sucedido, no solo el ejército de Westvale, también la Orden de la Orquídea Blanca entrarían en juego, y un futuro sangriento se veía en el horizonte.

Razis reportó ante el Justicar en los Salones de Justicia de Ovarandor los resultados de su investigación con un gran pesar. Maevius solo escuchó el reporte, no emitió opinión, ni tomó una decisión apresurada, solo pidió que se retirara, pero que no abandone la ciudad hasta que no hubiera dictado un veredicto.

Ovarandor era una ciudad grande y multicultural, albergando diferentes razas, desde algunos elfos de los Bosques Vivientes hasta los descastados orcos del clan Urfak de Ordr.

Tomar una decisión apresurada pondría en un riesgo mayor a todo Westvale, a sus habitantes humanos, y a las relaciones diplomáticas con el resto de las razas, Razis comprendía eso, pero temía que su hermano volviera a lanzar algún ataque y no poder detenerlo.

Aprovecharía su tiempo allí para visitar la Orden de la Orquidea Blanca y hablar con su amiga de la infancia Balandria, la cual podría darle un consejo más certero, ya que conocía a ambos desde hace tiempo.

Al llegar a la Orden, Balandria no se encontraba en ese momento dentro de Ovarandor, pero por insistencia de Razis, se solicitó su presencia. Al cabo de media hora, ella estaba frente a él.

Le sorprendió lo mucho que había cambiado desde que se convirtió en campeona de La Frontera, un pequeño grupo de milicianos de escaramuzas formado por humanos y elfos de los Bosques Vivientes. De niña había sido muy callada y temía las confrontaciones, pero ahora ella era la que confrontaba y su voz se hacía notar.

Las noticias del asedio habían llegado a sus oídos, y como una hermana, abrazó a Razis para calmarlo. Luego pidió que le contara más detalles de la situación. Razis fue lo mas detallado que pudo, lo que entristeció a Balandria, Rahan era un caso difícil, pero ya no había redención para sus acciones.

-¿Qué debo hacer?-, preguntó angustiado.

-Le debemos nuestra obediencia a nuestros superiores, pero nuestro honor a nosotros mismos, ¿Que dicta tu corazón?-, respondió Balandria con serenidad.

Razis lo pensó unos momentos, -Debería buscar a Rahas y detenerlo, llevarlo ante el Justicar, sería lo mejor, sin involucrar a nadie más-, la miró en búsqueda de aprobación.

Balandria miró al cielo unos momentos, como buscando respuestas en las nubes, -Deberías esperar al veredicto del Justicar, si lo buscas ahora, estarás incumpliendo la orden de él, y también causarás un conflicto diplomático, entiendo que quieres salvar a todos, pero deberás preservarte a ti primero-.

Razis pensó unos momentos, y luego entendió que sus palabras eran sabias, -¿Cómo va la vida de casada?-, le preguntó, cambiando el tono de la conversación. Balandria solo asintió con una sonrisa, -No puedo quejarme, ahora debo volver a la frontera-, Razis asintió, se abrazaron para despedirse, y luego cada uno partió para su lado.

Al volver a los Salones de Justicia, fue interceptado por un mensajero del ejército, -Korvozam prepara un nuevo ataque en las cercanías de Ovarandor, el Justicar desea hablar con usted-.

El corazón de Razis palpitaba rápidamente, debería tomar una decisión pronto.

El Justicar Maevius miró a Razis fijamente, -Un nuevo ataque, en poco tiempo. Me veo forzado a tomar medidas extremas, deberé mandarte a tí y a la Orden en un ataque decisivo, no podemos permitir que Korvozam siga pensando que puede atacar a Westvale y a su gente sin represalias, ¿Podrás cumplir tu objetivo o la sangre tendrá mas peso que tu compromiso con tu nación?-.

Razis lo sabía, habían forzado a Westvale a utilizar su poder completo, pero tenía dudas que fuera lo más acertado, pero no podía desautorizar a su superior directo, tendría que agachar la cabeza e ir al campo de batalla, luego improvisar, -¡Mi vida por Westvale!, luego hizo el emblematico saludo militar de Westvale, y pidió permiso a retirarse para organizar sus fuerzas.

No podían esperar a la primera luz de la mañana, así que con el sol escondiéndose en el horizonte, Razis y Romagen, el esposo de Balandria, dirigieron sus fuerzas hacia los limites de Ovarandor.

Bajo la luna, y el fulgor de las antorchas, con la mirada puesta en el horizonte, acompañado con el sonido de las ramas quemándose en la fogata, una flecha zumbó cerca, llevaba una nota, era de Rahas.

Razis tomó la nota, y la leyó: “Querido hermano, supuse que vendrías a intentar detenerme, como buen perro faldero de Westvale. Retirarás a tus soldados y nos dejarás pasar hacia Ovarandor, el Justicar deberá recibir su merecido”.

Luego de que Romagen también la leyera, quemaron la nota y confeccionaron una contraoferta, Rahan debería abandonar acciones hostiles contra Westvale y testificar ante el Justicar en contra de Korvozam y su lord. Dieron la nota a un mensajero, y lo enviaron en la dirección de la flecha.

Media hora más tarde, el caballo volvió, junto con el mensajero, muerto. Llevaba otra nota: “Intenté ser razonable, la sangre que se verterá aquí al primer rayo del sol, estará en tus manos.”, con mucho pesar, miró a todo su campamento y suspiró con pesar, Romagen palmeó su hombro, -Lo has intentado, Balandria también lo entenderá-.

Seis horas después, la primer luz de la mañana apareció en el horizonte, ahora no será una batalla entre naciones, sino entre hermanos, y eso lo mortificaba.

La etiqueta de combate no aplicaba a Rahas. Las fuerzas de Korvozam dieron el primer ataque con flechas hacia los soldados que aún se encontraban colocando sus armaduras, era obvio que no iba a luchar con honor.

Razis solicitó la asistencia de los sacerdotes y magos de la Orden para generar un escudo de protección y para curar a los soldados que habían sido heridos, mientras permitían a los otros terminar de prepararse.

Una vez que lograron recuperarse, la lluvia de flechas cesaron, miraron hacia la dirección del ataque, pero no veían a nadie. Romagen ordenó a sus hombres y a los de Razis que se formaran en grupos para poder cubrirse entre ellos.

Varias explosiones se escucharon en su campamento, cubriendolos en nubes negras. Se comenzó a escuchar gritos de dolor de los soldados, estaban siendo atacados en su campamento. Rahas era implacable y siempre deseó la victoria, pero esto era nuevo, estaba utilizando todo su repertorio.

Razis gritó, -¡Rahas, muéstrate, pelea conmigo, deja al resto-.

Rahas apareció enfrente de Razis y lanzó un ataque sobre él, pero logró detenerlo a tiempo.

-Hermanito, ¿Me buscabas?-, dijo en tono burlón, y volvió a lanzarle otro ataque. Razis volvió a bloquear su ataque, y lanzó un puñetazo el cual Rahas evitó, -¿Por qué sigues a un lord que asesina comunes?-, le reprochó.

Rahas aprovechó el descuido de Razis y le lanzó polvo cegador a su cara, Razis trastabilló cegado y sintió el hierro de la daga de Rahas entrando en su vientre. Cegado y adolorido, sintió una mano que lo empujó, -¡Villano!-, la voz de Romagen y el chocar de hierros abrumó sus sentidos hasta que sintió que perdía el conocimiento.

El calor de un hechizo curativo hizo que pudiera recuperarse, vió a Romagen luchar con fiereza ante Rahas, hasta podría decirse que tenía oportunidad de ganar, y Rahas lo sabía.

Rahas y Romagen desaparecieron en otra nube, Razis intentó saber hacia donde se había escapado, pero no lo encontró. Las fuerzas de Rahas se retiraron súbitamente. Confundido, Razis sintió un pinchazo en su cuello, y ahora si, perdió la conciencia.

-El trueno de Westvale llegó-, una voz oscura despertó a Razis, se encontraba en el mismo lugar donde había caído, un cielo rojizo reemplaza al sol, pero no había nadie signos de lucha. Una figura sombría se presentó ante él, -Zaarvid, a tus ordenes-.

Razis intentó desenfundar su espada, pero no la tenía con él, la figura conocida como Zaarvid rió, -Oh si, todos los mortales deseáis asesinar a lo que no comprenden, tu hermano también lo intentó, pero entró en razón-.

Desconcertado Razis preguntó sobre qué tenía que ver su hermano, Zaarvid le contestó con honestidad, -Él desea la victoria absoluta, pero carece de la disciplina, su derrota ante tí, me ha hecho replantear mi trato con él-, Razis entendió lo que sucedía, y no le sorprendió que su hermano hubiera aceptado trabajar ante una entidad oscura si eso le permitía ser más que él, -¿También el lord de Korvozam tomó trato contigo?-, le preguntó. La figura tomó la forma del lord de Korvozam, -No hace falta, ya es mi lugar-.

Razis se preguntó si debía aceptar el trato, tal vez así podría salvar a su hermano, se pasó la mano por el cuello y sintió la aguja clavada anteriormente, sonrió, -Nos enfrentaremos luego Zaarvid, un gusto-, tiró de la aguja y luego despertó nuevamente en su Westvale.

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