FTW - PARTE II

Razis tenía muchas preguntas luego de la batalla, ¿Quién era ese ser oscuro que había posado sus garras sobre Korvozam y tomado control de ella como su patio de juegos?, ¿Que le había ofrecido a su hermano para contar con su lealtad?. Se planteó el ocultar información al Justicar,  en un intento de proteger a Rahas, pero entendía que hacerlo sería faltar al código de honor de Westvale. Recordó cómo había escapado, luego de que quitó la aguja que lo hizo despertar, se encargó de conservarla para futura examinación.

Las puertas de Ovarandor se abrieron de par en par dejando entrar a los héroes que habían detenido a Korvozam en su avance despiadado a los asentamientos de los comunes. De ellos se esperaba rostros triunfantes y satisfechos de la victoria, pero la tristeza de los camaradas caídos y familias destruidas no era algo que levantara el espíritu, así que los aplausos parecían más burlas y bullicio innecesario ante la realidad.

Un mensajero de el Justicar Maevius esperó a que Razis bajara de su caballo para solicitar su presencia a la brevedad en el Salón de la Justicia, para el reporte de batalla, asintió y le informó que iría de inmediato.

No tenía más tiempo de pensar ni sobre Rahas, ni la aguja, tendría que decirlo todo. De repente sintió un tirón leve en su capa.

Al darse vuelta, Razis se encontró con la fija mirada de uno de los eruditos de la ciudadela y biblioteca de Omesia, era un hombre joven, casi de su misma altura, portaba una barba candado espesa y una ornamentada ropa celeste con detalles en plateado metálico y una actitud casi altanera, con una pequeña mueca sonriente se dirigió a él, -Disculparás mi descortesía, pero el tiempo apremia, no tanto para mi, sino para ti, entiendo que en tu poder tienes una pequeña pero interesante... aguja, aceptaremos de buen grado que nos la entregaran para una revisión de la misma-.

Razis lo miró de arriba a abajo con clara sospecha, pero tenía razón en que no podía perder mucho tiempo, así que le preguntó el motivo de tanta curiosidad por el objeto y que no podía dárselo, pues tendría que mostrarlo al Justicar. El erudito sacó de su bolso una aguja igual a la que él tenía, -Al intercambiarlas, no notará la diferencia, estarás haciéndole un bien al mundo-, Razis lo pensó unos momentos, y decidió realizar el cambio, pero le aseguró que visitará Omesia apenas se liberase en busca de respuestas y pidió su nombre. El erudito respondió con su nombre, Demian, un nombre bastante común, y luego le extendió una piedra común con una runa tallada, -Tócala dos veces cuando necesites saber algo-, le dijo, luego desapareció entre la multitud. Sin más demoras, debía ir a ver al Justicar.

La audiencia con el Justicar Maevius salió tal y cual la tenía repasada en su mente, no había sido enviado a la horca por traición debido a que falló en dar muerte a su hermano solo porque habían ganado la batalla y Romagen salió en su defensa. Con respecto a su encuentro con la entidad maligna, no dijo nada, los ánimos estaban lo suficientemente inflamados para una declaración que podría ponerlo entre la herejía y la locura. Esperaría a que el erudito omesiano (si era quien decía ser) pueda iluminar esa duda.

Debido a que la Orden participó en la batalla, Maevius no pudo quitarle el rango de Capitán a Razis como castigo, ya que la misma juraba por su honestidad. Por un momento, Razis pensó que por ahí le hacían un favor al quitarle ese peso, así podría con menos presión y cargo para encontrar a su hermano y averiguar quién o qué era la entidad oscura, pero debía agradecer el tener todavía una cabeza sobre sus hombros para poder pensar eso.

Balandria y Romagen pensaron que Razis necesitaba un descanso, liberados de sus responsabilidades, hicieron una visita a una posada de los Bosques Vivientes, pasando la frontera, un lugar apacible fuera del bullicio de la urbanización y con tolerancia cero a la música de baile. Comieron y bebieron, pero ninguna palabra sobra Rahas se dijo, no había nada que hablar por el momento, pero cada uno en su mente, tenía una idea.

La habitación de la posada, aún sin ninguna fuente de iluminación extra, el fulgor de la luna era suficiente para que su morador pudiera ver sin problemas, el sonido de las hojas moviéndose con el viento daban un arrullo a cualquier mente intranquila. Razis cerró los ojos intentando parar la maquinaria constante que era su cerebro y finalmente logró dormirse.

Como si ya no hubiera tenido experiencias extracorpóreas de sobra en las últimas horas, volvió a despertar en un lugar nuevo. La tibia suavidad de la cama fue reemplazada por el frío y duro metal del suelo, la luz de la luna por luces no naturales que se encendían y apagaban en un patrón intermitente, la quietud por un rugido constante de engranajes y el cielo por un domo metálico de un color ocre con chimeneas emanando humo de ellas. Tomó unos momentos para recomponerse, se apoyó en una de las barandas mas cercanas y miró hacia abajo, la misma plataforma en la que se encontraba, se replicaba por debajo de él, y así seguía hasta donde llegaba la mirada. En el centro de la plataforma, y atravesando al resto, un gran pilar rectangular parecía mantenerlas unidas. En la pared de ese pilar, un gran rectángulo negro mostraba unas letras, las cuales indican CÁMARA 101 junto con un conjunto de palabras que no comprendía. Razis se acercó a la pared, para ver más de cerca, cuanto más lo hacía, sentía como una fuerza irradiaba sobre él. Ya de frente al rectángulo, notó un dispositivo con botones, cada uno con una letra del abecedario común.

Aún absorto en su descubrimiento, reparó en el sonido de pisadas detrás suyo, la superficie metálica delataba cualquier intento de sorprenderlo, dió una vuelta brusca y se preparó para luchar.

-¡Oye, tranquilo! ¿Tú quién eres?-, dijo la mujer que tenía frente a él, le sorprendió sus vestiduras, eran como las de un herrero, pero menos toscas, luego reparó que tenía una cantidad suficiente de manchas de hollín y grasa tanto en su ropa como en su piel, tantas que casi podían ocultar sus facciones élficas.

Razis aflojó su postura y tomó una actitud más relajada, -Razis, general del ejército de Westvale, ¿Quién eres tú y qué es este lugar?-, intentó el tono más amable que podía dar en estas circunstancias. La mujer lo miró unos segundos, entrecerró los ojos y ladeó la cabeza en curiosidad, -Así que de Westvale, ¿eh?, bueno, pues mi nombre es Salladi, ingeniera y técnica del Observador-, extendió su mano para estrecharla, Razis dudó de hacerlo debido a la suciedad, pero supuso que como debía estar en otro de sus viajes, no pasaría nada. Aun así, sintió la grasa escurrirse entre sus dedos.

Salladi y Razis compartieron un momento de silencio mientras él miraba hacia todos lados, buscando explicaciones, luego la miró y lanzó una pregunta directa, -¿Qué es el Observador?-.

Los ojos de Salladi brillaron de emoción ante la pregunta de Razis, una mueca de sonrisa apareció en ella, pero luego recobró la compostura, se aclaró la garganta, -El Observador es la pieza de ingeniería teo-tecnológica más avanzada del universo, Vestland no sería nada sin ella-.

Razis entrecerró los ojos en confusión, -¿Teo-tecnológica? ¿Qué significa eso?-, Salladi lanzó un pequeño silbido acompañado con un gesto exagerado de sus brazos, indicando una gran bola, -Pues significa que esta preciosidad, es lo que mantiene a este lugar, Vestland, a salvo-.

Pensó unos momentos, notó que se refería a la maquinaria como una tecnología del universo y no se refería a Vestland como si ella fuera parte de ese mundo, más allá que parecía uno de los tantos habitantes del Bosque Viviente, -Entonces, Salladi, ¿Por qué estoy aquí? Es más que obvio que no estoy en Vestland ahora mismo-, Salladi ahogó un gesto de sorpresa, comprendió la situación, -Creo que has hecho una pregunta que no estaría autorizada a responderte, verás, ni siquiera creo que deberías estar aquí, pero ya ves, malditos mecanismos de teletransportación, a veces fallan-, luego se dió cuenta que estaba divagando e informando más de lo que debía, así que se tapó la boca, Razis rió porque comprendía que estaba poniendola en un predicamento, -¿Podrías guiarme donde sí podrían darme respuestas?-, Salladi asintió, -Sígueme-.

Salladi lo guió fuera del domo, a través de una puerta metálica al final de la plataforma metalica, notó que solo pasando una tableta pequeña entre medio de dos hendiduras de un pedestal, la puerta se abría luego de emitir un chillido, ella notó su curiosidad, -Tarjetas de acceso, sin ellas, no puedes ir a ningún lado-, Razis asintió en agradecimiento, poder conocer detalles de donde estaba, para él, era un gesto de buena voluntad de parte de ella.

Luego de cruzar la puerta, el panorama cambió, un pasillo largo, brillantemente iluminado de blanco, resaltando en las paredes colores como el negro, el gris, leyó en la pared un cartel, BAHÍA DE MANTENIMIENTO 100. También le llamó la atención que podía ver fugazmente su reflejo en las paredes. Notó que allí, el bullicio de la sala donde despertó se atenuaba hasta casi desaparecer, y que las pisadas eran secas y resonaban en el ambiente. Salladi se detuvo un momento para hablarle, -Iremos a ver al Director, mejor dicho, te dejaré en sus puertas, es lo minimo que puedo hacer, por favor, mientras vayamos hacia allí, no hables con nadie-, Razis tenía más dudas ahora, pero solo asintió. Siguieron caminando por una serie de pasillos, doblaron a la izquierda, luego a la derecha, siguieron derecho cinco intersecciones, se toparon con varias personas que miraban extrañados a Razis, pero bajó su mirada, y siguió. Al cabo de unos minutos, se detuvieron ante una puerta de cristal.

Razis miró a Salladi, -¿Y ahora qué pasará?-, preguntó, aunque no esperaba una respuesta.  Salladi presionó un botón al costado de la puerta de cristal, -Ahora este elevador te llevará hacia el Director, luego ya no sé, me gustaría quedarme, y poder hablar contigo, pero, no estoy autorizada-, Razis pensó unos momentos, -¿Pueden ustedes ir hacia Vestland? Podrías ir allí-, Salladi negó con la cabeza, enérgicamente, -Impensado, solo queda esperar que vuelvas a caer allí por error-. El elevador llegó donde se encontraban ellos y la puerta se abrió, con un gesto Salladi guió a Razis dentro de él y presionó la combinación de botones 152 y luego bajó, con una sonrisa y un gesto con la mano lo saludó, las puertas se cerraron y comenzó a ascender. La vista cambiaba de un macizo gris con números que iban en ascenso, 102, 103, 104, y breves imágenes de pasillos, como en el que él había estado. Finalmente, el elevador se detuvo luego del número 152, ésta vez, no era un pasillo, era una gran habitación, pero no era blanca como el resto, era una gran cúpula de vidrio, aún desde su posición al salir del elevador, podía ver y reconocer el paisaje, era Vestland, y podía verlo desde las alturas, como si de un ave se tratase, sintió una opresión en el pecho, esto era demasiado para él, ¿Quiénes eran estas personas? ¿Y por qué podían verlos desde el aire?.

-El Trueno de Westvale, por fin puedo verte-, la voz grave de un hombre se escuchó desde el otro lado de la sala, Razis no podía verlo con claridad.

Las pisadas de Razis y del desconocido se escuchaban al unísono mientras ambos se acercaban el uno al otro, hasta que pudo verlo bien, reconocía el atuendo del desconocido como uno de los atuendos de los eruditos omesianos, pero su cara no le era familiar, -Otis Orenson, director en jefe del Observador-, se presentó, y luego caminó hacia un mueble cercano, sacó una botella de una bebida color ocre y se la mostró a Razis, -¿Deseas un trago?-, Razis dudó, pero notó su boca seca, -¿Qué es?-, preguntó, estaba sediento, pero dudaba de las intenciones de esta persona.

Otis rió, -Se llama whisky, viene de muy lejos, verás que te terminará gustando-, sirvió dos medidas en una copa y se la acercó. Razis, aún sospechando, tomó la copa y la olió, no sentía que estuviera envenenada, así que tomó un trago, sintió su garganta arder y tosió, Otis volvió a reír, -Siempre pasa la primera vez-, aun así, Razis sintió que el gusto era bueno.

Una vez que se recompuso de la bebida, fue directo al grano, -Así que, Director Otis Orenson del Observador, ¿Qué hago yo aquí?-, el director asintió, -Vas al punto, me gusta, primero, déjame pedirte disculpas por la teletransportación fallida, eso nos quitó tiempo, por suerte alguien te ha guiado, ¿No es así?, bien, vamos a lo importante. Vestland está en peligro, demonios, incluso el Observador está en peligro, pero todavía podemos solucionarlo, tómalo como una misión adicional a tu rol en Westvale-.

Razis lo miró, dudando, -¿A qué te refieres?-, Otis suspiró y acomodó la idea general en su cabeza, -Fuiste llevado con anterioridad hacia una versión oscura de Vestland, una en la cual, el que llamaré de ahora en más, “nuestro enemigo en común”, desea perpetuarse, porque de ella se alimenta, y nosotros, deseamos que eso no suceda, aún es solo una “simulación” de su visión, pero con el poder suficiente puede ser real-.

Razis no entendía el concepto, -¿Y esto qué tiene que ver conmigo, y con mi hermano?-, Otis asintió, -Todo. La vida que llevaste hasta ahora, no era más que una pequeña gota en un gran mar, en un gran esquema. Mantén ese concepto, la realidad de este lugar, Vestland, este universo, está siendo contaminada de a poco por nuestro “enemigo en común”, el mismo que logró tomar control de Korvozam, y de tu hermano-, ésta última frase descolocó a Razis, -¡Basta de misterios y lenguaje complicado! Me habéis traído aquí, y por lo que entiendo, no podéis solucionarlo solos, ¡Así que vais a tener que ser más específicos o devolverme allí y olvidarse de mi-.

Otis se quedó en silencio unos momentos, contemplando a Razis, -Está bien, quieres respuestas. Te las daré, bien sé que no puedo darme el lujo de perder más tiempo, nuestro enemigo en común se llama Zaarvid, es un demonio antiguo, el motivo por el cual el Observador existe, se suponía que debíamos controlarlo, pero algo falló y se filtró en Vestland, no podemos sacarlo desde aquí, pero tu si puedes-, Razis pensó unos momentos, -¿A qué me quieren hacer enfrentar?-, preguntó mirando fijamente al director, quien luego de unos momentos sacó de uno de sus pliegues una aguja similar a la que había recibido en el campo de batalla, -¿Listo para un viaje aún más profundo?-, Razis asintió, y sintió la aguja clavarse en él, luego perdió la conciencia.

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