ILIM - PARTE II

Capítulo 2
La trama en movimiento

El sol ya comenzaba a esconderse nuevamente, el día anterior en ese mismo momento, nadie de los involucrados hubiera siquiera pensado que todo se iría a la basura, para Ildoith e Ilfan, la muerte los tocó tan de cerca que era difícil comprenderlo, pero aún así, tenían que sacar fuerzas, lo que había sucedido era más grande que ellos, mientras que Unatash se encontró con una misión que la sobrepasaba en preparación y fuerza, pero su honor le impedía huir, con dos fracasos sobre si, no podía permitirse fallar de nuevo.

Ilfan fue el primero en llegar a Anglestom, las almenas de guardia estaban encendidas y la seguridad en los accesos se había acrecentado, al llegar a la puerta, tres guardias lo detuvieron por llevar un cadáver, -Bajese, ahora-, dijo uno de los guardias, vestía la armadura de teniente del ejército Angleano, con tonalidades rojas y doradas en las partes de tela y un Grifo grabado en el pecho, Ilfan sabía que no podía discutir, ni tenía las fuerzas para hacerlo, por lo que acató la orden y bajó, el guardia inspeccionó de cerca el cadáver, notó las marcas cortantes que lo habían atravesado, -¿Que te hizo para que le hicieras eso?-, Ilfan negó, -Yo no lo hice, fueron los atacantes de la mina-, los tres guardias pararon en seco y lo miraron fijamente, -¿Vienes de allí muchacho? Imposible, te hubieran visto- respondió confundido el teniente, -Si se refiere a los cinco jinetes, ya no van a volver, murieron- le respondió Ilfan, esta situación iba a empeorar antes de mejorar, los guardias que acompañaban al teniente desenfundaron sus espadas, -¡Asesino! Recibirás tu merecido-, el teniente levantó su mano, deteniendo a sus hombres, -Busquen a la capitana Bozorda, le va a interesar hablar con este sujeto, en cuanto a ti muchacho, camina delante de mí, y acompáñame al puesto de guardia-, uno de los guardias asintió y se fué a buscarla, el otro todavía seguía allí, parado con su espada en mano, Ilfan negó nuevamente, -¿No le interesa saber que sucede allí? ¿Qué pasará con él?, señalando al cadáver, -Tienen que quemarlo, tienen que quemar todo el cementerio-, alzó su voz, las palabras brotaban de su boca con desesperación, intentando que entraran en la cabeza del teniente y cualquiera que lo escuchara, -Además de asesino, demente, tiremoslo en un calabozo y perdamos la llave-, dijo el guardia con desprecio, intentar razonar con la guardia local era una tarea fútil, ya en su momento Gaelan se lo había dicho, eran gente de pocas luces y juicios acelerados, se encogió de hombros y se resignó, -Lo acompañaré-, y caminó hacia la puerta de la ciudad, el teniente lo seguía por detrás, guiandolo hacia su destino.
El clima en la ciudad estaba tenso, en cada esquina, las personas se agrupaban a hablar del humo que se veía a lo lejos y la presencia de más guardia era mayor de lo común, algunos posaban su mirada en Ilfan, quién estaba siendo escoltado y se preguntaban quién era, los ladrones apoyados en la multitud vaciaban las bolsas de los más incautos, y los que eran descubiertos eran linchados, en estos casos, la guardia no intervenía, si bien la situación no era de lo más agradable, Ilfan destacaba lo bien cuidado de la ciudad, a diferencia de los pueblos de campesinos o asentamientos en construcción, se sentía bien caminar sobre calles empedradas, acondicionadas para el paso de los carruajes.
Luego de caminar aproximadamente quinientos metros, llegaron a destino, no era un puesto de guardia común, por la arquitectura exterior, se notaba que antes había sido un templo al que le dieron un nuevo uso, se mantenían los vitrales con imágenes icónicas, pero se encuentran tapados por los blasones de armas de la ciudad, al entrar en ella se notaba un cuidado piso pulido de cerámica y alfombras rojas. En la sala principal, donde anteriormente hubieran estado los banquillos para los fieles, se encontraba un espacioso vestíbulo, con una gran mesa de madera maciza donde se registraba a los infractores ingresantes, también, se podía notar que el lugar contaba con varios arcos decorados en ambos lados, los cuales fueron utilizados para formar una parte con oficinas, y la otra con celdas.

Ya dentro del edificio, un hombre mayor, con poco cuidado de su aseo personal cargando un cubo con agua y una mopa miró a Ilfan, -¡Criminal! ¡Criminal!-, el hombre no hablaba con mucha claridad e intentaba atizarle con el palo de la mopa, el teniente lo alejó con un gesto, -Disculpa a Toronis, no está bien de la cabeza, es nuestro asistente, por así decirlo-, luego miró hacia la mesa de registro, saludó con un gesto al hombre sentado en ella, joven, bien vestido con el uniforme de tela de la guardia, cabello cuidado, seguramente nunca había blandido una espada, se lo notaba absorto en un libro, -Rickard, ¿La capitana Bozorda ya se encuentra aquí?-, el joven se sobresaltó un poco, levantó la vista del libro, asintió señalando a la oficina de ella y luego volvió al libro, Ilfan y el teniente continuaron su camino, la puerta de la oficina de la capitana ya estaba abierta, así que entraron.
-Capitana, este muchacho dice que…-, Bozorda se levantó de su silla, era casi tan alta como Unatash, tal vez media cabeza menos, cabeza rapada, cicatrices de combate en su mejilla derecha y en la parte izquierda de los labios, llevaba ropa oficial, nada de armadura, su complexión corporal era robusta, se notaba que había dedicado tiempo a formar su musculatura, era por lo menos, intimidante, -Siéntense, los dos-, el tono de su voz era grave y firme, -¡Toronis! ¡Tres bebidas, sin alcohol!- gritó, los tres se sentaron, Ilfan comenzaba a sentir miedo, le resultaba hostil su actitud. Bozorda se reclinó hacia adelante y se lo quedó mirando unos segundos, sus ojos verdes parecían atravesar su alma, o intentar entrar en su mente, -¿Como te llamas, niño?-, le preguntó, Ilfan tragó saliva, -Iflan Oakensworn, yo estaba con el equipo de mercenarios custodios de las minas-, Bozorda lanzó un suspiro de hastío, -Uno de los soldaditos de ese tal Berg, que dicho sea de paso, estoy buscandolo, ¿Tu que sabes de su paradero?-, Ilfan miró al suelo unos segundos, recordando los eventos pasados, -La última vez que lo ví, me encomendó rastrear al capataz de la mina, se había escapado, con un cargamento valioso-, el teniente intercambiaba la mirada entre ambos, luego aconsejó a Ilfan, -Debes ser honesto, si mientes se sabrá-, Ilfan asintió, -Esa es la verdad, es la última vez que lo vi antes de que todo se fuera al demonio-.
Bozorda se acodó sobre el escritorio, con su mejilla derecha sostenida con su puño, -Explicanos este concepto, ¿Qué sucedió?-, Ilfan volvió a tragar saliva, -Cuando alcancé al capataz, fui atacado y dejado por muerto por un grupo de figuras encapuchadas, no tuve chances de defenderme, luego me enteré de que eran no muertos, cuando volví al asentamiento, ya había sido tomado por más de ellos, los controla un nigromante desde allí dentro, de más está decir, que no hubo sobrevivientes, ni siquiera los soldados que enviaron para investigar-, Bozorda se quedó en silencio unos momentos, la expresión de su cara no cambiaba, -Aún así, tú has sobrevivido, ¿Por qué?-, el teniente miró de reojo, observando el lenguaje corporal del interrogado, no notaba nada extraño, Ilfan suspiró, no sabía en qué problemas podría meterse, pero tenía que decirle la verdad si quería tener una chance de salir libre de allí, -En la caravana de mineros viajaban tres miembros de la Orden de la Luz Abrasadora, una semiorco, una semielfo y un semigigante, venían a revisar el hallazgo de la escotilla que hay allí-, la capitana lo interrumpió, -¿Escotilla?-, Ilfan continuó, -Si, una puerta de metal grabado, tenía una placa con un nombre que no recuerdo, debía ser algo importante, digo, para que ellos vinieran, ¿no?-, paró un momento y miró a ambos, el teniente solo se encogió de hombros y la capitana no emitió sonido alguno, -No se desvíe de la pregunta-, Ilfan asintió servilmente, -La semielfo y la semiorco me encontraron tirado en el suelo, luchando por mi vida, la semiorco puso sus manos sobre mi y brillaron, luego mis heridas cerraron y me desmayé, cuando recuperé el conocimiento, vi un destello de luz, pocos minutos después, aparecieron ambas, el capataz había muerto y lo cargaban para entregarlo para su sepultura-, Bozorda asintió dos veces, -¿Y como se enteró que la excavación estaba siendo atacada?-, -Cuando salimos del bosque vimos las columnas de humo, y seguimos a los enviados, los vimos morir, luego rodeé el perímetro, y subí a un punto alto, ví los cadáveres de mis compañeros e incluso el del semigigante-, respondió secamente Ilfan, -¿Y que hay de tu jefe? ¿Lo viste?-, el tono de la pregunta de Bozorda era menos que amable, -No reconocí a nadie, podría estar allí, el del semigigante destacaba más, por eso lo sé, ¿Cuál es el sentido de estas preguntas?-.
Bozorda golpeó la mesa con su puño izquierdo, las cosas sobre ella vibraron, -Carajo, si que no tienes información de utilidad, ¿Y estas dos mestizas de la Orden, que pensaban hacer?-, Ilfan sintió que estaba perdiendo mucho tiempo allí, -Vendrán a la ciudad, ¿No deberían hacerse cargo del  nigromante con capacidad de reanimar una gran cantidad de muertos en vez de hostigar a un sobreviviente?-, el ceño de Bozorda se frunció con odio, -¿Ahora un crío va a decir cómo debo manejar la seguridad de la ciudadela?, tienes agallas-, luego su expresión se serenó, -Tendremos que dar con las mestizas para saber más información, por el momento, no voy a retenerlo aquí, pero tiene prohibido salir de la ciudad-, abrió uno de los cajones del escritorio y sacó una pequeña bolsa de monedas, se notaba llena, la deslizó hacia Ilfan, -El Noble Alegre tiene una habitación destinada para los, invitados de la guardia, podríamos decir, pida hablar con la matrona y se le asignará, no debería cobrarle más de una moneda de plata por noche, el resto es para incurrir en actividades dentro del establecimiento-, Ilfan estaba confundido, -No entiendo, ¿Que quiere a cambio?-, Bozorda rió levemente y le guiñó el ojo, -Bonito, joven e inteligente, por los dioses, sería una pena que esas chicas trabajadoras tuvieran el privilegio de tocarte, antes que yo-, Ilfan se sonrojó al punto de que su cara parecía un tomate, el teniente fingió tos para salir del momento incómodo, -Gaelan Berg es un criminal de larga data, se le permitió a él y sus asociados prestar servicio solo por ser quien es, un mal llamado héroe, y tengo mis dudas de que no estuviera involucrado, más aún luego que me has contado que han encontrado eso enterrado-, Ilfan se encogió de hombros, -No sabemos si siquiera está vivo, además, ¿Por qué tanto interés en ese lugar?-, Bozorda se reclinó, -Entiendo, pero, si estuviera vivo, ¿No crees que deberías reportarlo?-, el tono juguetón en su voz desconcertaba a Ilfan, y su mente imaginó muchas cosas en pocos segundos, claramente, si la técnica de interrogación era hacerlo sentir incómodo, lo había logrado, pero por otro lado, no pensaba que en un futuro cercano, ni lejano fuera a dar con él y si lo hiciera, tendría que confrontarlo, -Si todavía está vivo y lo veo, lo haré, sabe que mis opciones son limitadas sin poder salir de la ciudad-, Bozorda asintió, -Lo sé, otro tema, ¿Tienes idea a dónde se podrían dirigir las mestizas?-, Ilfan pensó unos momentos, -La semiorco dijo que debía notificar a la Orden del acontecimiento, la semielfa se incomodó un poco y le preguntó si la abandonaría, una rara pregunta, se supone que harían una pasada por la academia Asharim para juntar sus pertenencias y seguramente notificar la muerte del semigigante, yo debería juntarme con ellas allí-.
La habitación quedó en silencio un rato largo, Bozorda fijó su vista en el escritorio, tamborileaba en el suelo con sus pies y entrelazaba sus dedos de la mano, frunció el ceño de a momentos, Ilfan miraba para todos lados, se comenzaba a sentir incómodo, lo mismo que el teniente, Toronis entró con tres jarras de bebida y las dejó sobre el escritorio y se quedó parado en un costado, mirando con mala cara a Ilfan. Bozorda reaccionó unos segundos después, tomó una de las jarras y apoyó sus labios en ella para beber, pero no lo hizo, dejó la jarra sobre el escritorio y la tiró al suelo, astillandose en varios pedazos, Ilfan se asustó, -Toronis, ¡idiota sin remedio!, dije sin alcohol, ¿Y de dónde la has sacado? ¡Huele como si alguien hubiera orinado sobre ella!, vete de aquí-, la cara de Bozorda estaba roja de rabia, se paró de su silla para tomarlo del cuello, los pies de Toronis no se movían lo suficiente rápido como él hubiera querido para salir de la habitación por lo que recibió una patada en el trasero, -¿Alguien me puede explicar por qué todavía mantenemos a este estúpido con nosotros?-, el teniente frunció el ceño también, visiblemente enojado, -Tendrá que disculpar que no todos nacen en sus optimas condiciones-, Bozorda hizo un gesto y suspiro de disgusto, -¿Sabes que, Julien? No quiero discutir ahora mismo, lleva a este chico a El Noble Alegre, voy a tener que ir a esa maldita academia, si uno quiere resultados, hay que ir personalmente, lo juro, voy a obtener información aunque tenga que patearle el culo a cada uno de esos libreros-.
El teniente Julien revoleó los ojos y le hizo un gesto a Ilfan, -Toma la bolsa, nos vamos-, Ilfan accedió, tomó la bolsa con las monedas y se puso de pie, -¿Que harán con el cuerpo del capataz?- preguntó, pero no recibió más que la mirada enojada de Bozorda, bajó la cabeza y siguió camino, lo mismo hizo el teniente, y ambos salieron del puesto de guardia.

Fuera del puesto de guardia, los ciudadanos ya se encontraban más calmos, las multitudes se habían dispersado y la vida continuaba su curso. El teniente Julien detuvo un momento a Ilfan, -Creo que te has dado cuenta, pero la capitana Bozorda, no es un humano común-, Ilfan no entendía, -¿A qué te refieres?-, Julien suspiró -Ella es una paladín de los Bidanamu-, la cara de Ilfan pasó de confusión a miedo, -¿Como puede ser? ¿Cómo es que está aquí?-, Julien se encogió de hombros, -Los gobernantes creyeron que lo mejor para la ciudad era que un Bidanamu se hiciera cargo de la ley, ya sabes, al ser la “nueva evolución de la raza humana, más perfeccionada” podría cubrir los huecos de imperfección que los humanos comunes tenemos-.
Ilfan se quedó un momento en silencio, contemplando la información, -¿Entonces por qué tiene ese carácter? ¿Y por qué no está en un puesto más alto e influyente?-, Julien sonrió, -Ambas preguntas tienen la misma respuesta, el humano común en el poder no quiere perderlo, así que imaginate para alguien como ella estar atada a las órdenes y leyes de lo que considera un ser inferior, no creo que sea mala persona, pero su temperamento le impide tomar decisiones en frío, además, es una Bidanamu y una elegida de los dioses, ¿Como estarías tu?-, Ilfan solo asintió, -Entendible, entonces, llevame a donde me tengas que llevar, necesito procesar este día en mi mente-.
Unos minutos más tarde, ambos llegaron a El Noble Feliz, el clima dentro era tranquilo, la mayoría de las mesas estaban ocupadas, pero todavía no habían empezado los gritos, a los pocos segundos fueron recibidos por Enea, quien caminaba de un lado a otro, visiblemente alterada, -¡Bienvenido Teniente Julien! ¿Y quién es el muchacho? ¿Estamos en peligro?-, miraba fijamente a ambos y tragó saliva, Julien rió, -Enea, pequeña miedosa, no, el muchacho aquí es un invitado de la guardia, ya sabes, invitado-, luego le tocó el hombro a Ilfan, el cual entendió lo que debía hacer, y sacó una de las monedas de la bolsa y se la dió a Enea, quien la miró con detenimiento, -¿La habitación cuatro entonces?-, Julien asintió, -Por lo menos esta vez mandaron a alguien recreativo para la vista, siempre mandan a esos grasientos y sucios, ugh, ¿Va a querer un baño de esponja? Yo puedo dárselo-, Julien rió y palmeó a Ilfan en el hombro, -Tienes suerte con las damas muchacho, yo me vuelvo, ponte cómodo-, luego se dió media vuelta y salió del establecimiento.
Enea miraba fijamente al recién llegado, -¿Y bien? ¿Va a querer un baño de esponja?- preguntó mientras hacía un gesto circular con la mano, Ilfan suspiró, -Podría querer uno, pero, como verá, mi ropa está sangrada y rota, ¿Dónde está la tienda del sastre?, es inútil asearme si no se acompaña con nuevas vestimentas-, la mediana lo miró de arriba a abajo, -Tienes razón, ¡Tilda, ven un momento!-, -¡Voy!- se escuchó desde el pasillo de las habitaciones junto con el abrir de una puerta, de ella salió una mujer elfa de piel pálida, cabellos largos y negros como el carbón, llevaba los labios y el contorno de sus ojos pintados de negro y un vestido de fiesta rojo con perlas, una cabeza más alta que Ilfan, se acercó a ellos con un caminar lento y coqueto, algunos de los comensales levantaron la vista para verla, y ella a propósito los ignoraba, una vez que llegó al lado de Enea, le dió un vistazo despectivo de arriba a abajo a Ilfan, -Ugh, ¿Y éste vagabundo?-, su acento era claramente extranjero de los elfos del hielo del este. Enea miró a Tilda, -Es nuestro invitado de la guardia, y como verás, estaría necesitando algo de ropa, ¿Crees que puedas conseguir que el sastre lo vea hoy?-, la elfa revoleó los ojos, -¿Me has visto cada de benefactora?-, Ilfan se incorporó a la conversación, -Tengo dinero- dijo y luego agitó la bolsa de dinero, recibiendo una mirada de disgusto de Tilda, -Los nobles también, y ellos son más mi tipo de clientes, no creo que puedas pagar mucho más que algunas mudas de…-, la expresión de Tilda cambió de disgusto a una sonrisa macabra, -Enea, querida, ¿Podrías llevar al niñato este a asearse?, perfúmalo un poco, creo que algunas clientas regulares podrían querer algo de carne nueva-, Ilfan negó con la cabeza, -¿De qué está hablando?, Yo, no estoy en condiciones para lo que sea que esté pensando-, luego se levantó la camisa, discretamente, revelando las cicatrices del ataque, Enea y Tilda se taparon la boca ahogando un pequeño grito de sorpresa, la expresión de ambas cambió a tristeza, -Disculpe, yo no quería ofenderle, pero muchos de nuestros invitados aceptan ser parte del negocio, pensé que podría hacerle bien para olvidar lo que sea que le haya sucedido, ¿Podría pensarlo aunque sea?- preguntó Tilda, con una actitud más serena, Enea negó con la cabeza también, -No creo que sea lo mejor, necesita algo más tranquilo-, Tilda asintió, -Entiendo, tal vez podría asearse, comer algo y luego una sesión de arrullos-, Ilfan suspiró, -¿Puedo aunque sea descansar un poco?, se suponía que debía… ¿saben que?, olvidenlo, ¿Donde está la habitación?-, Enea y Tilda tomaron a Ilfan de la mano, -Siguenos-, dijo Enea y comenzaron a caminar, uno de los comensales rió a carcajadas y felicitó a Ilfan, -¡Bien hecho muchacho! ¡La mejor compañía! ¡Salud!-, y tomó un trago de su jarra.
La habitación tenía solamente una cama y un escritorio, como era de esperarse, no tenía ventanas, pero la habitación estaba limpia, Ilfan entró rápidamente y se recostó en la cama, era suave y cómoda, -Descansa, apenas se desocupe el cuarto de aseo te toca a ti, iré a ver si ya terminó-, dijo Enea y se fué. Tilda cerró la puerta y se sentó sobre el escritorio, -Yo me quedo aquí, alguien tiene que vigilar al invitado- le dijo a Ilfan.
-¿La guardia hace que ustedes vigilen a sus prisioneros?-, preguntó Ilfan casi al borde del sueño, Tilda asintió, -Es un ingreso extra-, Ilfan negó, -Pero también peligroso,  ¿Qué pasa cuando el prisionero es violento?-, la sonrisa macabra de Tilda volvió a asomarse, -Me gustan violentos, una pena para ellos si canalizan esa violencia para intentar dañarnos,  ¿El pequeño mocoso aquí quiere probar su suerte escapando a la fuerza?-, Ilfan volvió a negar, -No, voy a cerrar los ojos un rato-, Tilda asintió, -Duerme-.
Ilfan cerró los ojos, su mente divagó unos momentos y pensó si debía contarle sobre lo que pasó en la excavación, pero tenía demasiado cansancio para explicar todo de vuelta.

Enea golpeó tres veces la puerta del cuarto de aseo, -Señor Gaelan,  ¿Le falta mucho?, tenemos otro… huésped especial-, la voz ahogada por la madera de Gaelan se escuchó del otro lado, -Ya he terminado, pasa-, Enea se sonrojó, -Bien-, abrió la puerta, -Ciérrala- dijo rápidamente Gaelan, quien ya estaba vestido con nuevas ropas y arreglado- ¿Trajeron un prisionero aquí?  ¿Que saben sobre sus cargos?-, Enea negó con la cabeza, -Nada, el teniente Julien nos lo entregó junto con una bolsa de monedas, es un pobre chico, muy joven, y tiene unas feas cicatrices en su abdomen-, se dió cuenta que estaba divulgando información que no debía, por más que sea él, no podía hablar mucho más, si la guardia se enterara, la colgarían, así que hizo silencio, Gaelan asintió, - ¿Podría pedirte un favor?, que no se cruce conmigo por el momento, no confío en nadie por ahora-, Enea asintió, no entendía lo que pasaba del todo, -Todo esto, ¿Tiene que ver con lo que sucedió allí afuera? Las columnas de humo, y eso-, Gaelan la miró de arriba a abajo unos momentos, -Algo pasó, sí, mientras menos sepas, menos problemas tendrás,  ¿Quién está cuidando al prisionero?-, Enea respondió rápidamente, -Tilda-, la habitación quedó en silencio unos momentos, -¿Tienes hambre? Hay pastel de carne-, el estómago de Gaelan rugió, -Si, por favor-, Enea sonrió y asintió, -Ve al salón, Tilda se deberá encargar de atender al muchacho-, luego salió de la habitación.
Gaelan caminó hacia el salón, pasó al lado de la habitación cuatro, aunque la puerta estaba entreabierta, Tilda cubría el hueco y no pudo ver al prisionero, al llegar al salón, sólo había una mesa disponible para cuatro personas, al fondo del salón y con poca iluminación, era una mesa apropiada para realizar cualquier tipo de negocio, pero no tenía ninguno que hacer y hubiera preferido una mesa simple para dos personas en el medio del establecimiento, podía oír mejor lo que hablaba la gente a su alrededor y tal vez sacar información. Pero no podía pedir mucho, había llegado de improviso, se recostó sobre su silla y abrió las orejas, la palabra “humo” se repetía mucho, había conjeturas de un ataque de algún reino vecino o una rebelión minera o simplemente un incendio, los mas borrachos intentan defender su punto de vista a puñetazos, pero eran rápidamente retirados del establecimiento por los matones pagos de la matrona. Estar sentado allí le daba una nueva perspectiva de la situación general, nadie había puesto al pueblo en alerta sobre el peligro real porque no sabían qué había pasado en realidad, y eso lo inquietaba, tomó la bola de cristal de adivinación para observar a Ildoith, seguía afuera junto con la semiorco, estaban volviendo a la ciudadela, en silencio, luego recordó a Ilfan, e intentó buscarlo, la imagen mostró las copas de los árboles del bosque, y nada más, luego el orbe se resquebrajó, partiéndose a la mitad, dejando salir un pequeño humo celeste, la batalla y la teletransportación hicieron lo suyo en ella.  Se sintió frustrado, sus dispositivos de espía no estaban funcionando como debía y ya una de las partes de su plan se habían ido al demonio, no podría espiarlas, para un lobo solitario como él, solo pensar que debería formar equipo con desconocidos de la Orden lo ponía de mal humor, siempre y cuando pudiera descubrir que harían y pudiera alcanzarlas.
Tan absorto en sus pensamientos se encontraba que no escuchó llegar a Enea hasta que el golpe del cuenco de madera sobre la mesa lo sacó de su encierro mental, el pastel de carne se veía delicioso, -Una vieja receta familiar, la carne debajo y una capa de papas pisadas por arriba y un poco de crema-, sonrió mientras le entregaba la cuchara, -Tendrás que disculpar, debido a que no podré servirte cerveza, el olor es fuerte, y varios nos han comentado que está amarga-, luego bajó la voz, -A algunos no les importa y la toman igual, le echan un poco de fruta y la endulzan, pero para mí está mala, así que mejor tomas agua-, se encogió de hombros. Gaelan le dedicó una pequeña sonrisa y hundió la cuchara en el cuenco, una pequeña estela de humo salió de él, se notaba que estaba recién cocinado, tomó un poco, sopló para enfriarlo y se lo llevó a la boca, el aroma a las especias lo transportaba a épocas más simples, y el sabor le recordaba a su niñez, cerró los ojos y dejó que sus papilas gustativas se encargaran de llevar a su cuerpo una sensación de confort, -Por los dioses, esto está delicioso-, Enea sonrió de oreja a oreja, -¿Lo dices en serio? El cocinero me permitió usar algunas cosas, y bueno, quería hacer algo para agradecerle, así que esto es lo mejor que pude hacer-, luego se quedó en silencio. Gaelan levantó la cabeza del cuenco, -¿Agradecerme?-, Enea asintió fervorosamente, -Si, por lo que hizo por nosotras, las chicas de aquí-, Gaelan se quedó un momento pensativo, luego recordó y asintió, -Lo del caso de Lord Gunderbrig, recuerdo ahora, no hice nada heroico, solo me encargué que no pudiera lastimar a más trabajadoras, cualquiera hubiera hecho lo mismo-, Enea negó, -Hasta tu llegada, nadie hizo nada-, Gaelan asintió, -A veces se necesita un impulso externo para cambiar las cosas-, luego ambos se quedaron en silencio mientras se terminaba el contenido del cuenco.

El difunto Lord Gunderbrig había sido uno de los primeros clientes de El Noble Alegre desde su establecimiento hace ya unos diez años por la matrona Sel'ana Gwindine de Urakran, una elfa oscura de las profundidades del monte Urukrenij al norte de Anglestom. Él prefería este establecimiento ya que, a diferencia de otros establecimientos, no se limitaba a contratar personal humano solamente, dándole una variedad exótica al lugar. Pero luego de un tiempo y bastante dinero gastado en el local, creyó ser dueño del lugar y comenzó a tratar a las trabajadoras como si fueran sus esclavas y criadas, maltratandolas hasta un punto sádico. La matrona no levantaba la voz al respecto y ninguna de ellas tampoco, por miedo a represalias de Lord Gunderbrig o sus amigos, hasta que Gaelan y sus mercenarios llegaron. Gaelan y Sel'ana compartían un pasado desde la época de El Gran Desorden, no había pareja más explosiva que un hombre que vive en las sombras y una mujer que vive en las profundidades, viejos rivales, luego amantes y por fin amigos, y si bien él sabía de la presencia de ella en Anglestom, no fue hasta que ella lo llamó para pedir su ayuda que se vieron.
Una trabajadora mestiza había sido asesinada de varias puñaladas por Lord Gunderbrig, con la excusa de que quería ver la vida apagarse de los ojos de un mestizo para comprobar si tenían alma, él no lo ocultó, e incluso entregó en mano a Sel'ana una gran cantidad de dinero para mantener su boca cerrada, en ese momento, Sel'ana se vió en un momento crítico, no podía quedarse callada, pero las autoridades no la ayudarían, aprendió hace tiempo que si había alguien con menos derecho a la justicia que una trabajadora de un burdel, era un mestizo, ¿Cómo iba a conseguir aunque sea una pizca de justicia por su empleada?. Y ahí es donde Gaelan entró en juego, Sel'ana pidió por él, y él acudió. Dos días después, Marius Gunderbrig, El Asesino de Mestizos, cayó desde el segundo piso de su mansión y murió, luego de haber dejado un escrito legal dónde dejaba toda su fortuna a Sel'ana Gwindine junto con títulos propietarios de su mansión y la mina de múltiples minerales al norte de Anglestom, dónde fue encontrada la escotilla. Los allegados a Lord Gunderbrig sintieron miedo, la matrona tenía al Maestro Espía de su lado y no tuvo miedo de usarlo, luego de su muerte, cada familia aliada a los Gunderbrig condenó sus actos barbáricos y cortaron lazos sociales y comerciales con ellos y luego enviaron cartas a Sel'ana de apoyo, junto con propuestas de negocios ya que era la nueva propietaria de un negocio minero. Luego del revuelo inicial, Gaelan y Sel'ana se vieron nuevamente, pero sin negocios de por medio, -Gaelan Berg, te he pedido una simple ayuda con un problema y me has convertido en propietaria y acaudalada, ¿Acaso hay otra manera de explicar esto que no sea que aún hay algo de amor en ese corazón frío?-, le preguntó Sel'ana mientras compartían algo de la bodega de bebidas alcohólicas importadas de su nueva mansión, -Era un hombre despreciable y atentó contra tu negocio, lo mínimo que podía hacer era pagarle con la misma moneda-, contestó Gaelan con un tono serio, a lo que Sel'ana respondió con una risa, -Podrías haberle matado a su familia, o quemado su casa-, Gaelan negó, -No, el hijo no iba a pagar los pecados del padre, ¿Acaso no estás feliz?-, Sel'ana sonrió de oreja a oreja, sus dientes blancos brillaban como perlas, -Obviamente que si, y te lo agradezco, solo comento que te noto más, como decirlo, suave, el Gaelan que conocí hace tiempo hubiera quemado la ciudad entera en represalia-, Gaelan sonrió también, -Los humanos nos ponemos viejos y sentimentales, tu todavía conservas la misma juventud que hace treinta años, si yo la tuviera, no hubiera dudado un momento en hacerlo, solo para demostrarte lo mucho que me importas-, Sel'ana lanzó una carcajada, -¿Lo ves? Te lo dije, aún me amas-, Gaelan hizo una mueca y asintió levemente con la cabeza, ella no entendía el concepto de vejez completamente, -Mientras pueda estar cuando me necesites, allí estaré, pero cuando ya no pueda, por lo menos podrás conseguirte gente más apta para la tarea, sabes que a los mercenarios nos gusta el brillante oro y ahora tienes mucho-, Sel'ana apuró su trago, -Ya me cansé de hablar, recordemos viejos tiempos-, luego se levantó y se dirigió a su alcoba, Gaelan la siguió.

Las primeras luces del día desaparecían en el horizonte, Ildoith y Unatash cabalgaban en silencio hacia Anglestom, de vez en cuando miraban hacia atrás, viendo el humo disiparse de la excavación, -Hoy no podremos partir, tendremos que quedarnos aquí, será más seguro a primera hora-, Unatash rompió el silencio, viajar de noche era peligroso, bandidos y oportunistas aprovecharían la confusión para asaltar incautos en el camino, -Tienes razón, además, ¿Qué diferencia haría?, agradezco que estés conmigo-, respondió Ildoith y se recostó sobre Unatash, a los pocos minutos, la entrada a Anglestom estaba a la vista.
La puerta seguía custodiada por el teniente Julien y sus dos guardias, quienes se acomodaron en formación triangular cuando las vieron llegar, Unatash detuvo el caballo a cinco pasos de los guardias, Julien miró a las recién llegadas y recordó la descripción de Ilfan, -Miembros de la Orden de la Llama Abrasadora, supongo-, dijo en un tono tranquilo, intentando demostrar tranquilidad. Unatash asintió con la cabeza e hizo un gesto saludando a los tres hombres, -Mi nombre es Unatash Pluma Plateada, Capellana de la Orden de la Luz Abrasadora-, Julien asintió, -Abran las puertas- dijo, y luego se retiró, los guardias obedecieron la orden, Unatash saludó nuevamente y se adentraron a la ciudad sin inconvenientes, - ¿No te parece extraño que nos hayan dejado pasar sin preguntas?- se preguntó en voz alta Unatash, Ildoith solo se encogió de hombros, -Tal vez el rastreador, seguramente avisó que vendríamos-, Unatash asintió, -Puede ser, aún así, me han parecido demasiado pasivos-, Ildoith suspiró, -No lo sé, ineptitud tal vez, la verdad es que no deseo pensar mucho más-, Unatash entendió que estaba agobiando, así que se detuvo y siguieron en silencio.
Las puertas de la Academia todavía seguían abiertas, al verlas, Ildoith sintió una opresión en el pecho y cayó en la cuenta que deberían informar sobre la muerte de Maegus, intentó bajar del caballo, sentía la necesidad de huir, pero cayó del mismo y se golpeó de lleno contra el suelo, y allí se quedó, sollozando, -No quiero, no puedo,  ¿Qué voy a hacer? Me van a culpar a mí, y tienen razón, yo lo maté-, Unatash bajó tranquilamente del caballo, y la levantó, -No, tu no fuiste, ¿Tú mandaste a la horda de muertos a las minas?-, Ildoith negó con la cabeza, Unatash asintió, -Entonces lo mejor que puedes hacer es no culparte, y cambiar esos pensamientos de miedo y autocompasión en una actitud firme y dedicada a castigar a quién te ha lastimado-, Ildoith hizo una pequeña mueca de sonrisa, -Una manera elegante de decir que la venganza es la salida-, la expresión de Unatash pasó de relajada a una seriedad abrumadora, -A veces, una puñalada se responde con otra puñalada-, Ildoith frunció el ceño, y las palabras de Unatash le llegaron al fondo de su alma, -Tienes razón, terminemos los asuntos aquí y veamos qué nos depara el futuro, vayamos a la oficina del decano, voy a decirle algunas cosas-.
Los pasillos de la Academia empezaban a vaciarse, reemplazando el murmullo de los estudiantes y profesores por los ecos de las pisadas de los que aún caminaban en ellos, las de Ildoith resonaban aún más, pisadas fuertes y aceleradas, seguidas con las de Unatash, quienes las veían pasar, abrían paso. A mitad de camino hacia la oficina del decano, fueron interceptadas por el maestro forjador, - ¿Que sucedió en la mina?- preguntó, su tono de voz era monótono, pero se notaba preocupación en la cara, Ildoith no detuvo su paso, -Ahora no Dolf, hablaré con el decano, va a tener que escucharme-, Dolf las siguió pero volvió a interceptar el paso, -Escúchenme, está la capitana de la guardia aquí, está buscándolas de manera insistente, y no está de buen humor, tienen que contarme ahora mismo qué es lo que está sucediendo,  ¿qué pasó?-, Ildoith quiso seguir caminando, pero Unatash le puso una mano en el hombro, -Espera,  ¿Y por qué vino aquí?  ¿Qué dijo?-, Dolf se encogió de hombros, -Buscaba a los miembros de la Orden que estaban en la mina, y que le han dicho que estarían aquí, ¿Qué es todo esto?-, Unatash miró a Ildoith, y ella hizo un gesto, asintiendo, luego volvió a mirar a Dolf, -Las cosas no salieron como pensábamos-, dijo Unatash pausando un momento para luego continuar, -Ildoith y yo salimos del campamento en búsqueda de el capataz de los mineros, quien había robado algo, cuando lo encontramos, un grupo de muertos vivientes nos atacó, logramos eliminarlos, pero el capataz cayó-, la cara de Dolf mostró incredulidad pero también curiosidad, -¿Muertos vivientes? ¿Aquí?-, Unatash asintió iba a continuar su relato, pero la interrumpió, -¿Y la mina? ¿Es cierto que vieron a Gaelan Berg?-, Unatash asintió, -En efecto, el señor Berg estaba a cargo de la seguridad del lugar, lamentablemente, la mina fue atacada por lo mismo que fuimos atacadas, y ahora están allí dentro-, los ojos de Dolf se movían de un lado a otro, procesando la información, luego cayó en la cuenta que Maegus no estaba con ellas, -¿Y el hijo de Lord Rotagán? ¿Estaba con ustedes, verdad?-, Unatash volvió a mirar a Ildoith.
Ildoith tomó fuerzas y respiró profundo, -Maegus estaba en la mina-, dijo en un tono triste y bajo, Dolf se tapó la boca para ahogar un grito de sorpresa, -No, no me digas que…-, ambas asintieron a la vez, -Por todos los cielos, Lord Rotagán nos colgará a todos-, Unatash dió un paso adelante y tomó a Dolf del brazo, -Oiga, no es culpa de nadie aquí presente, Lord Rotagán lo entenderá como es, además, fue su idea que su hijo estuviera desempeñando una misión para la Orden, así que sabía a qué lo exponía-, Dolf se calmó y asintió, -¿Pero como sabes tanto de él?-, Unatash soltó su brazo e hizo un gesto con la mano, quitándole importancia, -Fui su pupila por un tiempo, y luego me envió a la Orden, ¿Sabe dónde está la capitana?-.
La respuesta no tardó en llegar, unas pisadas fuertes y metálicas se acercaban a ellos, finalmente apareciendo por una esquina, Bozorda se apareció ante ellos, -Aquí están, tienen muchas explicaciones que dar, vendrán conmigo para ser interrogadas-, dijo levantando la voz, en su tono hostil, Dolf se interpuso entre ellas y Bozorda, -Un momento, usted no puede pasearse por estos pasillos mostrando esa falta de respeto por esta institución y luego pretender imponer su ley-, Bozorda llevó su mano izquierda a la empuñadura de su espada y su mano derecha a la vaina, -Interferir en el trabajo de la guardia conlleva castigos muy severos-, Dolf frunció toda su cara en disgusto, -¿Y qué trabajo se supone que estoy interfiriendo aquí?-, Unatash suavemente corrió a Ildoith detrás de ella y también puso su mano sobre el pomo de su espada, -Parece muy interesada en nosotros, y muy dispuesta a dañar a inocentes, ¿Así es como cuida a los ciudadanos?-.
Bozorda observó a Unatash, -Solo cuando trato con conspiradores-, Ildoith hizo un gesto de confusión, -¿Conspiradores? ¿Qué demonios? ¿De verdad estamos siendo acusados?-, Bozorda rió con desprecio, -El muchacho habló de ustedes, las tiene en alta estima por haberle salvado la vida, ¿Pero qué me garantiza que no haya sido un plan para ganarse su confianza? Tienen que comprender que su salida a tiempo de la excavación es mínimamente sospechosa-, Dolf levantó la voz indignado, -No doy crédito a las palabras que salen de tu boca, Ildoith se crió aquí desde más de veinte años, y la pupila de Lord Rotagán nunca harían algo en contra del pueblo de Anglestom, además, tu misma estás diciendo que le salvaron la vida a alguien-.

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