ILIM - PARTE I

Capítulo 1
Sombras del Pasado

El nuevo día trajo consigo un ambiente cálido, los tres mestizos se encontraron en la puerta principal de la ciudad al medio día, donde la nueva caravana de mineros partiría, para sorpresa de Ildoith y Maegus, el cofre de Unatash contenía una muda de ropa estándar de soldados raso (que Ildoith tendría que achicar), con los colores y la insignia de la Orden de la Luz Abrasadora, la ropa sentía bien y la combinación de negro, dorado y lapislázuli les sentaba bien a los tres, era una ropa diseñada para el combate pero también para eventos sociales. Las bolsas de viaje se colgaban de la espalda con tirantes de ambos hombros, y las vainas para sus armas estaban integradas al cinto, ambas cosas también en color negro con tonalidades doradas, quien haya sido el sastre de este atuendo sabía combinar estilo y funcionalidad. Los tres llevaban espadas largas manufacturadas por la orden, de muy buena calidad, Maegus la miró un largo rato, asombrado, aunque en su caso, también llevó un hacha de dos manos, acorde a su tamaño.

Cuando la caravana estuvo completa, Unatash miró a Ildoith y Maegus, se dirigió a ellos con seriedad: -En cinco minutos, acompañaremos a los mineros hacia el sitio de excavación como parte de la seguridad, no se detengan en ningún momento y mantengan la vista en el camino y en su lado de la caravana-.
Ildoith se cruzó de brazos: -¿Esperamos ataques?-, ella no sabía pelear, Maegus lo sabía e Unatash lo intuía, pero el resto, no.
Unatash negó, -No han habido ataques en los últimos meses, esperemos que siga así, ustedes dos vigilarán el flanco derecho, no se distraigan hablando entre ustedes-, no quería comprometer la seguridad de Ildoith, pero tampoco podía permitir una fuga en la seguridad, miró a Maegus, -¿Entendido?-, -Entendido- dijo Maegus y asintió con la cabeza reafirmando.
El capataz del turno se acercó a ellos, un hombre de aproximadamente cuarenta años, cabeza rapada y barba larga negra con esporádicas canas, ojos azules, solo una cabeza más alto que Ildoith, tenía una sonrisa de oreja a oreja, los palmeó a los tres bruscamente en la espalda, mientras reía, los tres devolvieron el gesto con una sonrisa incómoda, -Agradezco a los dioses que estén aquí, tengo DEMASIADAS ganas de saber que es eso que hay allí, me siento como un niño a punto de dar su primer beso-, Maegus río -Ansioso y con miedo, te entiendo-, el resto de la caravana y el capataz lo miraron y  lanzaron una carcajada aún más fuerte, -Ansioso mi amigo, ¿Miedo? Nunca-, Ildoith revoleó los ojos, sintiendo vergüenza ajena por Maegus quien no comprendió que estaban burlándose de él.
-¿Sabe si alguien de su equipo o de los anteriores intentaron abrir la puerta?- preguntó Unatash, el capataz negó con la cabeza, -Fuimos muy claros al respecto, además, Galean Berg y su gente están manteniendo la zona segura, nadie se mete con ellos.
Ildoith y Unatash lo miraron con curiosidad, Galean Berg fue conocido en su tiempo como el maestro de la intriga y el espionaje en los tiempos del Gran Desorden, luego de eso, se dedicó a tareas de seguridad y manejar una pequeña banda de mercenarios pagos, por lo que su presencia allí era una decisión cuestionable para proteger un lugar de alto valor. El capataz asintió con la cabeza, entendía la suspicacia: -Entiendo la duda que podrían tener, pero vale su precio, eso dicen-

El viaje a pie hasta el sitio de excavación duró aproximadamente una hora, no hubo ningún incidente ni observaron nada raro. Para Ildoith fue un recordatorio de su pésimo estado físico, nunca había sido fanática de las caminatas, por lo tanto las piernas le dolían, pero no podía quejarse, estaba fuera de la academia para variar, Maegus y Unatash se encargaron de ayudar a los mineros a descargar el equipamiento mientras ella recuperaba fuerzas.
Un hombre de aproximadamente cincuenta años se acercó a ella, vestía una armadura de cuero simple, llevaba un escudo de madera mediano colgando en la espalda y un hacha de mano sostenida por una cuerda a su cinto en su costado izquierdo y una bota de vino en su lado derecho, no tenía mucho pelo en la cabeza y se notaba que se había afeitado hace no más de un día. Se sentó a su lado, tomó la bota y le quitó la tapa, luego se la extendió a Ildoith -Para el frío-, no había reparado hasta ahora, pero la zona de excavación era más fría, tomó la bota, -Salud- dijo y tomó un trago, luego le devolvió la bota. El gusto era fuerte, como si hubieran usado soluciones de destilado y tanino para hacerla, pero una vez superado el gusto fuerte, notó que su cuerpo se templaba al instante, el hombre hizo una pequeña risa, y tomó un trago también -Fabricación enana, di lo que quieras de ellos, pero saben cómo calmar el frío-, Ildoith sonrió y asintió con la cabeza -He tomado bebidas de fabricación enana, pero nunca algo así-, -Es que las bebidas que encontrarás en tabernas y dispensarios son a nivel recreativo, esta bebida es de nivel militar, fabricada en barriles con runas enanas grabadas que agregan propiedades adicionales, pero tampoco abuses de ella- dijo y le puso la tapa. Unatash y Maegus se unieron a ellos, el hombre volvió a abrir la bota y les convidó, los dos tomaron, pero no tuvieron tanta clase para disimular el disgusto de sabor.
Recuperada del mal sabor, pero sin frío, Unatash dió un vistazo general a la excavación y luego al hombre: -¿Usted, pertenece a la seguridad de la mina?-, el hombre asintió con calma sin emitir palabra, -Tiene que ser importante si mandan a la Orden-, -Supongo que si, no me han dicho mucho- contestó sin darle mucha más información, ¿Podría guiarme donde está?-, a simple vista la estructura, o lo que ella había pensado que iba a encontrar, no estaba, el hombre les señaló la parte este de la excavación, había un pozo y dos mercenarios cuidándolo, -Ahí, donde están esos dos hombres, díganle que les dieron la autorización para pasar-, luego levantó el brazo y les hizo un gesto a los mercenarios apostados allí, ambos levantaron por encima de su cabeza en respuesta, -Soy Gaelan Berg, dicho sea de paso-, Maegus contestó con su propio nombre y sonrió, Ildoith y Unatash le siguieron, ambas decidieron no acotar mucho más, no estaban seguras si era el verdadero, un impostor, un espía o alguien mandado por el mismo Gaelan para averiguar sus reacciones, luego, siguieron camino hacia la estructura.

Una vez pasados los guardias, se encontraron con la estructura, para ser sinceros, los tres esperaban encontrarse una gran caja de metal macizo grabado y una puerta de metal, algo así como una pequeña cabaña, pero se encontraron que la única parte visible de ella era, a simple vista, una escotilla en posición diagonal enterrada en la tierra, y a sus costados, metal rúdico. Se notaba que los mineros habían intentado picar la puerta y los costados de la misma pues le habían dejado marcas de golpes y estaba el espacio vacío que pertenecía a la placa que Unatash había mostrado anteriormente. Examinando con más detenimiento la escotilla, no tenía ningún tipo de manija ni mecanismo de apertura a simple vista, solo un gran dibujo grabado en relieve de dos ángeles sosteniendo una esfera con el dibujo de un caballero levantando su brazo izquierdo, supuestamente humano, ante un ventanal de una iglesia.
- ¿Qué opinas?- Le preguntó Unatash a Ildoith, -¿Fin del camino?, agregó, estaba confundida y desanimada, odiaba los callejones sin salida, y este parecía uno de ellos.
-¿Por qué alguien se tomaría el trabajo de ponerle decoraciones a una escotilla que va a estar enterrada bajo pilas y pilas de tierra?-, Ildoith volvió a acercarse, examinó de a poco cada milímetro de la escotilla, y buscaba con sus dedos alguna hendidura, al llegar a la esfera, notó que la figura del caballero tenía una hendidura en su mano izquierda, en la parte superior, formando un hueco, -Creo que encontré algo-, siguió investigando la figura, la vaina del caballero también tenía una hendidura, aunque un golpe de pico había roto parte de ella. Unatash y Maegus se acercaron a observar el nuevo hallazgo, ambos se quedaron en silencio un momento, la cara de Maegus se puso seria, Ildoith se dió cuenta, era su cara cuando pensaba demasiado, -¿Qué pasa?-, le preguntó para calmarlo.
-Si es un caballero, ¿Dónde está su espada?-, Ildoith lo miró, pensó un momento, su pregunta era lógica, ¿Por qué te tomarías el trabajo de poner un grabado en una puerta bajo tierra y te olvidarías de hacer que tu caballero tuviera una espada?, miró a sus costados y al suelo, intentando buscar algo que se pareciera a una espada, se quedó unos momentos en silencio, recordó que el capataz tenía un colgante con varias piezas de metal con formas, y una de ellas era una espada, ¿Podría ser esa?, Ildoith se incorporó y se sacó la tierra, los miró a ambos, -Busquemos al capataz, Maegus, tu mantén alejado a cualquiera que desee tocar el grabado, creo que ahí está la solución-, Maegus asintió, Unatash solo asintió y le siguió el paso.

Luego de buscar por unos minutos, se enteraron que el capataz desapareció de la vista de todos apenas llegaron, algo estaba pasando e Ildoith empezaba a sospechar que tenía que ver con ello, pero no podían detenerse mucho mas a preguntar, así que se dirigió directamente hacia Gaelan, quien se encontraba en lo alto de una atalaya de custodia, subió la escalera rápidamente, -Señor Gaelan, ¿Donde está el capataz?- el tono de su voz era duro y cortante, la miró confundido -Se fue luego de que llegaron, le dijo a uno de mis hombres que habían olvidado implementos en la ciudadela y debía buscarlos, ¿Por qué?-, Ildoith sabía que no iba a poder mentirle al maestro de espías, así que fue con la verdad, -Supongo que no tenía intenciones malas, pero vi en sus colgantes algo que podría ser una pieza clave para abrir la puerta de allí abajo-, Gaelan la miró, una mueca de satisfacción apareció en su rostro, -Eres sabia semielfa, sabes con quien tratas y de quienes deben ganarse los favores, de hecho, yo no me he creído su cuento, así que mandé a uno de mis rastreadores a seguirlo-, Ildoith suspiró de alivio, -¿Y ahora qué hacemos?- preguntó, esperando algo más de información. -¿Yo? No haré nada-, le respondió sin dudarlo un segundo, -Si la Orden quiere saber qué sucede allí dentro, tendrán ustedes que solucionar sus problemas-, se quitó del cuello uno de sus colgantes, era una simple cuerda con una piedra verde y se la entregó, -Cuelgala a tu cuello, luego di el nombre de mi rastreador, su nombre es Ilfan, te guiará hacia él-, Ildoith la tomó y se la colgó al cuello, -Gracias-, ambos asintieron en despedida, vió que Unatash la miraba desde abajo, -Agarrame- gritó y se tiró por la atalaya, Unatash rápidamente reaccionó y la tomó en brazos, visiblemente enojada la reprimió -¿Estás loca? Podrías haberte matado-, Ildoith se acurrucó entre sus brazos -Pero confiaba en que me salvarías con estos fuertes brazos que tienes, ahora bájame, tenemos un capataz que rastrear, Berg me dió una piedra para rastrear a su rastreador, bastante loco-, Unatash bajó suavemente a Ildoith, no entendía el porqué se comportaba así con ella, rápidamente volvió a la realidad,  -Compartamos un caballo, viajaremos más rápido y menos ruidoso- le contestó, -Bien, pero yo voy delante, así podemos saber bien donde va la piedra- dijo y ambas apuraron el paso hasta el establo.

Luego de quince minutos a galope mediano por el camino a Anglestom la piedra dejó de indicarles que continúen cabalgando recto y se movió hacia la derecha, hacia una zona boscosa, a no más de cinco minutos, el camino hacia allí era un gran campo verde y no había mucho lugar para ocultarse, así que supuso que tanto ellos como el rastreador tuvieron que pasar por allí.
Al llegar al borde la zona, encontraron al caballo del rastreador ahí parado, sabían que era de él porque tenía su silla de montar con los colores de la compañía mercenaria, miraba hacia adentro, pero estaba inquieto, el caballo de ellas también comenzó a inquietarse, por lo tanto, también dejaron su caballo allí, junto al otro.
Unatash habló en voz baja a Ildoith -Vamos a tener que ser silenciosas, algo no está bien, tú te quedas detrás mío, y con tu espada en mano, se que no sabes luchar, te protegeré de ser necesario-, -¿Serás mi caballero en ropas finas?- preguntó Ildoith sonriente, también en voz baja, -No ahora, vamos- le contestó tajante, y comenzó a entrar al bosque, Ildoith se encogió de hombros y la siguió por detrás, tenían que ir un poco más hacia la izquierda, pero en línea recta.
Ya adentradas en el bosque, casi unos veinte metros, encontraron al rastreador Ilfan, estaba tirado en el suelo, ensangrentado, pero todavía respiraba, Unatash corrió hacia él y se arrodilló a su lado, ante ella tenía a un joven que de al menos  dieciocho años de edad, de cabello castaño, antes de entrar allí se había mentalizado que solo iba en búsqueda del objeto robado, y no le importaría nadie más que Ildoith en caso de peligro, pero su conciencia no permitiría dejar morir a un niño, sangrando y asustado en el medio de un bosque, -Espera- le dijo suavemente, juntó sus manos en posición de plegaria, comenzó a salir un brillo tenue y dorado de ellas, luego las colocó sobre el pecho del rastreador y la luz se extendió por todo su cuerpo.
Ilfan buscó aire desesperadamente, tragó una gran bocanada de aire hasta que sus pulmones estuvieron llenos, el color había vuelto a su piel, todavía se sentía dolorido, pero sentía como las heridas cerraron al instante. Ildoith se asombró de ver magia de curación ser aplicada con precisión y eficacia en una situación crítica, pero no bajó la guardia, y estaba atenta al entorno.
-¿Qué sucedió aquí, rastreador?- preguntó Unatash aún arrodillada a su lado. La respiración del recién curado mercenario volvía a la normalidad, había evitado por unos segundos la muerte y estaba agotado, miró a su salvadora, un pequeño hilo de voz salió de su garganta, -Gracias, el capataz se fue por allí-, levantó su brazo y apuntó con su dedo hacia el este, -Iba acompañado-, luego cayó inconsciente. Unatash perdió la calma, -No, no, no te mueras-, Ildoith se acercó a ella y puso las manos sobre sus hombros, -Tranquila, está inconsciente, la piedra todavía lo marca. Si estuviera muerto, ya no se movería-
Cada segundo que perdían era crucial, volverían por él luego de terminada la búsqueda, lo sentaron debajo de un árbol bastante añoso y continuaron camino hacia la dirección que se les había indicado.
No tardaron más que unos minutos en sentir el olor a madera quemarse y murmullos, estaban cerca, por lo tanto empezaron a caminar lento y pisando suave para evitar revelar su posición, algo que Ildoith debido a su estatura y complexión le resultaba fácil, innato quizás, pero para un semiorco era una tarea difícil, por un momento Unatash pensó mandarla a espiar y que luego volviera, pero no quería arriesgaría mucho más.
Dieron con el campamento, sigilosamente se posicionaron en unos arbustos cercanos para hacer reconocimiento, había cinco figuras humanoides con armadura de cuero, capa y capuchas, todos de negro, con un símbolo que evocaba a cuernos de demonio tejido en hilo violeta, llevaban sables curvados, no podían ver sus caras ni el tono de su piel, también estaba el capataz, había recibido algunos golpes pero estaba en mejor estado que Ilfan, la fogata era de tamaño mediano, tenía un caldero de tamaño grande del cual burbujeaba lo que suponían que era agua. Tres tiendas simples para albergar a dos personas se encontraban ya armadas, y un caballo muerto en el suelo, suponían que era del capataz.
-Gaelan me va a despellejar vivo, era su caballo favorito- dijo el capataz, el terror total invadía cada una de sus palabras, una de las figuras se rió, era una risa metálica, artificial, y lo señaló, -Viniste aquí, sabiendo que estarías traicionando la confianza de todos, ¿Y te preocupas por un caballo? Tu lealtad reside solo en una bolsa de monedas-, llevó su mano izquierda al pomo de su sable y lo desenvainó, el capataz negó con la cabeza, asustado, -¿Lealtad? Han amenazado con matar a mi familia, ¿Como alguien puede ser leal a quien amenaza a destruir todo lo que quieres?- le contestó el capataz, dejando salir una pequeña risa, más por miedo que por celebrar su propia contestación, -Todos tenemos elección, ahora, entrega la llave de Vikataria-, le contestó otro de los encapuchados.
Ildoith habló susurrando, -¿Qué hacemos? Nos superan en número, debería haber sido yo la que me quedara, así por lo menos Maegus era más útil-, Unatash frunció el ceño, tenía razón, no podría luchar contra cinco a la vez y protegerla, pero debían actuar rápido, -No tenemos opción, a este ritmo será asesinado y luego tomarán de su cadáver lo que necesiten-, ambas salieron del arbusto, y entraron al campamento, los cinco encapuchados se dieron vuelta, era la primera vez que los tenían de frente, un resplandor violáceo traspasaba tenuemente la tela donde deberían estar los ojos, las cinco figuras inclinaron levemente la cabeza al unísono a un costado y fijaron su mirada en Ildoith, Unatash se interpuso entre las figuras e Ildoith con la espada en alto -¿Quiénes sois y cuál es el motivo de su presencia?-, las figuras respondieron al unísono: -Vikataria-.

Gaelan Berg no se había movido de su atalaya, sostenía en su mano una bola de cristal, la cual emanaba una luz celeste, dentro de ella, podía observar desde la perspectiva de Ildoith lo que estaba sucediendo, como maestro espía retirado, no había perdido sus costumbres, el pendiente de rastreo que le había entregado también permitía rastrear a su dueño, medidas de precaución, nadie sabe cuándo alguien va a traicionarte. Su plan inicial era observar los acontecimientos, sin interferir. Pero cuando las figuras nombraron Vikataria, comenzó a incomodarse, y había llegado a los oídos de dos miembros de la Orden, y doblemente se incomodó. No estaban enfrentando a un grupo de bandidos locales, solo quienes habían vivido el Gran Desorden sabía sobre ese nombre, ¿Pero quién los había mandado?. Por un momento, pensó en realizar un Salto de Sombras y llegar hacia ellos, pero ya estaba viejo y demasiado oxidado para realizar esa maniobra y estar listo para el combate.
Sus pensamientos fueron interrumpidos bruscamente cuando una flecha se clavó en la Atalaya a pocos centímetros de su posición, miró desconcertado hacia todas las direcciones, las flechas empezaron a caer con más frecuencia por todo el perímetro, los cuernos de alerta comenzaron a resonar por toda la excavación -¡Nos atacan! ¡Prepárense para la defensa!- gritó.

-Vikataria, es la segunda vez que dices eso, ¿Podrías elaborar?- preguntó Unatash, calculando la distancia entre ellas y las figuras, repasando en su cabeza planes de combate.
-Ya deja de molestar y muere-, dijo una de las figuras, tres de ellas cargaron contra Unatash e Ildoith.
Unatash dió un salto hacia atrás esquivando a la primer figura, y logró parar con su espada el golpe de la segunda. Ildoith tomó con firmeza el pomo con ambas manos y logró bloquear el ataque de la tercera antes que pudiera impactar en Unatash y usándolo de anclaje, lo empujó para ganar distancia, la figura tropezó, soltando su espada y su capucha se salió, revelando una cara completamente podrida, casi esqueletica Unatash les llevaba dos cabezas de alto a ellos también, por lo que pudo ver la cara de la figura caída, eran muertos reanimados y controlados por un nigromante, quien fuera, debía estar cerca.
Los otros dos miraron al capataz y se abalanzaron sobre él, pero logró evadirlos al lanzarse y rodar por el piso, había calculado hacia donde, logró tomar el sable curvo que había caído al suelo a tiempo para defenderse de los ataques de ambos.
Ildoith volvió a parar un ataque dirigido a Unatash, pero esta vez no estaba bien posicionada, por lo cual el impacto la hizo trastabillar, el previo reanimado que había logrado detener, aprovechó la situación para tomarla de una pierna y hacerla caer.
El capataz logró pegarles un golpe certero a ambos adversarios, dejándolos aturdidos, lanzó un grito de rabia y cargó contra el que estaba sosteniendola y lo pateó en la cabeza, rompiéndole la mitad izquierda del cráneo y unos huesos del cuello, ocasionando que la cabeza no se sostuviera y quedó colgando hacia atrás, el no muerto lanzó un aullido de ira y soltó a Ildoith para intentar agarrarlo a él, pero no tenía visión precisa, por lo tanto cargaba a dónde creía que estaría, lanzando manotazos para todos lados.
Los capellanes de la Orden están entrenados para luchar contra los reanimados, agua bendita, o magia blanca eran totalmente efectivas contra ellos, Unatash conocía los hechizos y procedimientos divinos de primer nivel para lidiar con un encuentro de esta magnitud, pero requería una preparación breve que no había tenido, tenía que improvisar.
Volvió a tomar distancia de sus atacantes lanzando un ataque horizontal utilizando la parte roma de su espada, golpeando a ambos en la cabeza, aturdiéndolos y luego dos golpes rápidos en sus brazos armados, ambos no muertos soltaron sus armas, sin perderlos de vista tomó a Ildoith de la camisa y la levantó de un tirón, poniéndola de pie, -¡Necesito tiempo, deben mantenerlos ocupados!-.
Ildoith tomó su espada y uno de los sables curvos caídos y tomó posición delante de Unatash, el capataz pateó nuevamente al reanimado confundido, mientras otro intentó atacar por la espalda, pero lo esquivó a tiempo, con el no muerto indefenso, lo golpeó con su codo en la cara, partiéndole la mandíbula , y se colocó al costado de Ildoith, lanzó una pequeña risa -Ahora si están encabronados-
Con tres atacantes todavía funcionales y dos dando tumbos en confusión, la situación era más controlable, Unatash apretó fuertemente el amuleto de la Orden que llevaba colgando del cuello, su mano comenzó a brillar de la misma manera que lo había hecho anteriormente cuando sanó al rastreador, luego el brillo se comenzó a extender por su cuerpo hasta que la envolvió por completo, los cinco no muertos pararon el ataque, a la vez lanzaron un aterrador grito que ensordeció a Ildoith y el capataz,  Ildoith cerró los ojos del dolor por sensibilidad al daño sónico del grito y se tapó los oídos lo mejor que pudo, ciega y ensordecida, sintió que era empujada bruscamente para un costado, cayó al suelo y rodó.
Unatash soltó el amuleto, la luz que emanaba de ella explotó y se extendió en un rango de cinco metros a la redonda dejando una estela y lluvia de partículas doradas, los no muertos se desintegraron al instante de ser tocados por la luz, y luego todo fue silencio, cortado por el respirar agitado de los tres.
El capataz río brevemente y tosió, un hilo de sangre salió de su boca, -Los milagros existen-, murmuró. Ildoith lo miró y se aterró, los tres sables curvos lo habían atravesado, los no muertos habían aprovechado su incapacitación para atacar a Ildoith, y él la empujó, absorbiendo los golpes, se tapó la boca para no gritar, él la miró, no había miedo en su rostro, mantenía la misma sonrisa, -Me lo tenía merecido-, tomó uno de los sables y lo sacó, hizo una mueca de dolor, -No fuí un buen hombre, cometí traición, solo por egoísmo-, hizo lo mismo con el segundo, tosió sangre nuevamente y paró un momento para tomar aire, -¿Qué pasó con el niño que mandó Berg?-, Unatash tomó fuerzas, arrodillada en el suelo, los brazos vencidos al costado y agitada, -Lo he sanado, sobrevivirá-, el capataz sonrió, y luego lágrimas corrieron por sus ojos, sacó el tercer sable, -Bien, entonces solo murió quien lo merece. Mi nombre era Dário-, los ojos se le pusieron en blanco, y cayó al suelo.
Ildoith se arrodilló a su lado, quería pedir ayuda a Unatash, que volviera a usar sus poderes curativos, volteó para verla, estaba arrodillada, los brazos vencidos a los costados, respiraba con agitación, -¿Por qué pasó esto?-, sollozó Ildoith, por primera vez en su vida fuera de los sueños, veía a una persona morir a su lado.
Unatash gateó con dificultad a su lado, apoyó su mano izquierda sobre él e intentó enfocarse una vez más para lanzar un hechizo de curación, nada venía a ella, apoyó ambas manos y volvió a intentarlo nuevamente tratando de esforzarse más, nada, -No puedo fallar, no así-, volvió a intentarlo nuevamente, cerró sus ojos intentando buscar más dentro suyo el poder, empezó a sudar, los músculos de su cara se contrajeron del esfuerzo, y sus brazos temblaban, lanzó un grito de frustración. La situación conmovió a Ildoith, gateó por debajo de los brazos de ella y la abrazó, luego la apartó con dificultad del cuerpo del capataz, -Ya está, no hay nada que puedas hacer-, y apoyó su frente en su pecho, -Has hecho todo a tu alcance, teniendo un peso muerto que cuidar-.
Unatash la envolvió con su brazo izquierdo y apoyó su frente sobre la cabeza de Ildoith, -Maldita sea, aun así, no cambiaría nada de lo que hice-.

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